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JOHN FISHER
para la intensificación del interés por las raíces históricas de la
identidad regional.13
El ambiente político más sobrio del Perú de los años noventa gobernado por Alberto Fujimori, ha devuelto cierto grado de realismo
a los debates sobre las posibilidades de la reestructuración de la organización política del país. Los visitantes que llegan al Perú ahora,
se topan con símbolos aparentemente contradictorios. El poder real
está atrincherado cada vez con mayor fuerza en Lima, pero la (imaginaria) bandera del Tahuantinsuyo flamea libremente sobre el Cuzco.
La participación popular en, por lo menos, el nivel superficial de la
actividad política es algo irreversible. En este contexto, los medios
de comunicación modernos (sobre todo la televisión) logran proyectar una imagen distorsionada del presente y el pasado peruano, y
específicamente, durante los preparativos de las celebraciones anuales
de las fiestas patrias, de cómo (y cuándo) fue que el país logró su independencia de España. Con estas observaciones en mente, el presente capítulo examinará los acontecimientos políticos y militares
sucedidos en el Perú en la década anterior al desembarco del ejército de San Martín en 1820, antes de pasar a un análisis más detallado sobre la estrategia patriota y las respuestas realistas en los cuatro
años subsiguientes.
El virreinato del Perú fue la unidad administrativa más grande
de la América hispana que no experimentó un intento sostenido de
tomar el poder por parte de los criollos en 1810-1811, luego de la
invasión francesa de España en 1808-1810.14 Sin embargo, uno de
los frutos del revisionismo existente desde los años setenta es que
ahora se acepta, en general, que trás la fachada del fidelismo peruano posterior a 1808 —cuando el virrey José Fernando de Abascal
(1806-1816) logró enviar ejércitos comandados por oficiales criollos
a que sofocaran las insurrecciones del Alto Perú, Chile y Ecuador—,
hubo un considerable descontento local, que dio lugar a rebeliones
FIDELISMO, PATRIOTISMO E INDEPENDENCIA
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armadas en el sur (Tacna, 1811 y 1813; Arequipa, 1813) y el centro
(Huamanga y Huánuco, 1812) del virreinato.
Para comprender el contexto de estos movimientos es necesario
recordar que, entre 1809 y 1814, el virreinato peruano —al igual
que otras partes de América— tuvo que hacer frente a una crisis
general de gobierno debida, principalmente, a la invasión francesa
de España y caracterizada por la incertidumbre política, el dislocamiento económico, las dificultades financieras y, sobre todo, la
confusión administrativa debida a la implementación del programa
de reformas de la Junta Central y el Consejo de Regencia.15 Ya en
1809, los peruanos habían sido introducidos a la idea de la representació n al dárseles la oportunidad de expresar sus agravios al
diputado nombrado para representarlos ante la Junta. Es así que
las instrucciones que el Cabildo de Lima diera en octubre de 1809
a José de Silva y Olave, el rector de San Marcos, cuando estaba por
embarcarse hacia la península, constituyen una formidable denuncia
del dominio hispano en el Perú. La elite de la ciudad a la que el Cabildo representaba distaba de desear la independencia, pero ahora
exigía enérgicamente una revisión drástica de la estructura fiscal, la
abolición de las intendencias, un genuino comercio libre y la igualdad
en el acceso a los cargos de criollos y europeos. La decisión que el
Consejo de Regencia, el heredero de la Junta Central, tomase a comienzos de 1810 de convocar a unas cortes en donde cada cabildo
estaría representado por un diputado, amplió esta libertad de expresión a niveles sin precedentes, y las elecciones mismas dieron un
renovado prestigio y autoridad a las corporaciones municipales.16
Disturbios aún mayores fueron los desatados por la segunda
etapa del programa liberal, después de que las Cortes promulgaran
la famosa Constitución política de la monarquía española el 19 de
marzo de 1812. Aunque detestaba sinceramente la constitución, el
virrey Abascal no tenía más alternativa, como el fiel burócrata que
era, que aceptar aplicarla en el Perú. Por supuesto que hacia afuera
13. Fisher, “Imperialism, Regionalism and Centralism”, p. 23.
14. Una reformulación de las razones que existen detrás del relativo conservadurismo
político de los criollos peruanos durante este periodo fue adoptada por Hamnett,
“Process and Pattern”.
15. Fisher, Government and Society, pp. 201-32, presenta un cuadro global.
16. Las actividades de los diputados peruanos en Cádiz son examinadas en Alayza y
Paz Soldán, La constitución de Cádiz, y en Vargas Ugarte, Por el rey.