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JOHN FISHER
desprovista de sustento, pues hay indicios de que al igual que su
contraparte arequipeña, los disidentes criollos del Cuzco ya antes
en ese año habían intentado explotar y manipular el descontento
indígena con la mala administración de los corregidores y sus subordinados, para así asustar al visitador y hacer que relajara su
programa de innovaciones fiscales.16 Areche mismo estimuló esta
interpretación al argumentar que desde finales de 1775, Túpac Amaru planeaba con varias personas levantarse en armas contra el rey,
incluyendo “algunas de categoría” así como otras “de vaja clase”,
aunque dudaba que los seguidores criollos del jefe indio hubiesen
pensado “subvertir la Dominación”.17 Sin embargo, en un primer
informe enviado a Gálvez, pensado tal vez para restarle importancia
a la rebelión y a la amenaza que ésta presentaba para todo el programa de la visita general, Areche había llamado la atención sobre
el hecho de que la proclama de Túpac Amaru a las provincias vecinas
pidiendo que ayudaran a la rebelión, había sido emitida sólo después
de la ejecución de Arriaga el 10 de noviembre, y no inmediatamente
después de su captura ocurrida seis días antes, “lo que prueva que
este paso no estaba preparado”.18 Guirior apoyaba la teoría de la
conspiración, que él creía explicaba también los disturbios ocurridos en Huaraz en febrero de 1780 (cuando 2,000 hombres armados
protestaron por los rumores que decían que los mestizos iban a ser
registrados como tributarios) y el motín de Pasco en marzo, que
comprendió el apedreamiento de Miguel de Enderica, el administrador de alcabalas, y la quema de sus papeles en medio de rumores
sobre nuevos impuestos a gravarse sobre la venta de sal, coca, carbón y leña.19
16. En abril de 1780 Areche sostuvo que los “llamados Nobles” del Cuzco habían
estado buscando la ayuda de los indios en su campaña contra el alza de las
alcabalas, “persuadiendolos à que se les ba a recargar con nuevas imposiciones”:
Areche a Gálvez, 20 de abril de 1780, AGI, Lima, Leg. 1039.
RESISTENCIA, REVUELTAS Y REBELIONES
Dieciocho meses más tarde Areche también insistió en las conexiones entre la rebelión y los anteriores disturbios urbanos, en lo
que venía a ser un informe de despedida sobre la rebelión —ya sabía que en unos cuantos días iba a ser reemplazado como visitador
por Escobedo—, describiendo los eventos arequipeños de enero
de 1780 como “el primer chispaso de este alzamiento”.20 Sin embargo, con la siguiente observación, Areche hizo un análisis convincente (en este mismo documento) de la actitud que algunos criollos
locales tenían para con los indios rebeldes:
Al principio es verdad que havia entre estos algunos Españoles y de
otras castas mas diestros que ellos, pero hace dias que andan por lo
regular quasi solos, guiados de uno u otro iniquo Aluzinador que les
ofrece el vencimiento de los Españoles á quienes les ha hecho aborrecer
el maltrato de Curas, de Correg’res, de obrageros y Hacendados, pero no por esto mas capaces de conseguir sus ideas ridiculos de acavar
con los blancos.
Curiosamente, esta interpretación coincidía con la que el obispo
Moscoso le hiciera a Areche apenas dos meses después del estallido
de la rebelión —seis días después de que Túpac Amaru dejase de
asediar la ciudad del Cuzco—, al informar que “algunos de los españoles, y Mestizos que tenia en su compañía lo fueron desamparando,
y se han retirado a sus vezindarios”.21 Inicialmente algunos españoles,
sugería el obispo, habían estado dispuestos a apoyar a los insurgentes
por miedo —“un terror panico”—, pero habían logrado reafirmar
su lealtad al rey a medida que la rebelión perdía su ímpetu inicial.
Jáuregui confirmó esto citando el caso del peninsular Juan Antonio
Figueroa, sargento mayor de la milicia de Paruro, quien se vio
obligado a tomar el mando de la artillería rebelde hasta que logró
fugar.22 En la declaración que posteriormente hiciera ante Mata
Linares sobre su papel exacto en los acontecimientos de noviembre
de 1780, Figueroa brindó detalles fascinantes sobre los aconte-
17. Areche a Gálvez, 20 de marzo de 1781 y 30 de abril de 1781, AGI, Lima, Leg. 1040.
18. Areche a Gálvez, 22 de diciembre de 1780, AGI, Lima, Leg. 1040.
19. Guirior a Gálvez, 5 de julio de 1780 y 18 de julio de 1780, AGI, Lima, Leg. 1039.
En el segundo informe, Guirior asimismo reportó la ejemplar ejecución de siete
amotinados efectuada en el Cuzco el 30 de junio de 1780.
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20. Areche a Gálvez, 29 de mayo de 1782, AGI, Lima, Leg. 1041.
21. Moscoso a Areche, 16 de enero de 1781, AGI, Lima, Leg. 1040.
22. Jáuregui a Gálvez, 15 de febrero de 1781, AGI, Lima, Leg. 1040.