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JOHN FISHER
SOCIEDAD, ETNICIDAD Y CULTURA
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pueblos buscando escapar de sus obligaciones tributarias. En repetidas ocasiones las mujeres entraban a trabajar como sirvientas en
casa de los españoles en donde, como sucede aún en el Perú, las
condiciones de empleo variaban desde una virtual esclavitud a un
buen trato. Sin embargo, en cualquiera de los casos las condiciones
urbanas solían ser menos duras que las que debían enfrentar las
comunidades rurales, pero con la tendencia subsiguiente a que la
población mestiza creciera.29 Los ciudadanos prominentes a veces
reconocían a su prole ilegítima —siguiendo el ejemplo de Francisco
Pizarro, quien reconoció formalmente a los dos hijos (Francisca y Gonzalo) nacidos de su primera amante india—, pero durante todo el
periodo colonial la mayoría de los mestizos arrastró la inferioridad
social asociada con un origen ilegítimo.30 A fines del siglo XVIII, los
mestizos más emprendedores y exitosos habían llegado a formar
una incipiente clase media trabajando como tenderos, escribanos,
maestros artesanos y chacareros, entre otros oficios de ese estilo,
con la posibilidad de superar la discriminación social si lograban
adquirir riqueza. Sin embargo, a otro nivel, quienes tenían un empleo inferior o casual en los centros urbanos conformaban una plebe
insegura, conjuntamente con diversas categorías de personas de ascendencia mixta producidas por el incremento de mezclas raciales
que las autoridades coloniales insistían en clasificar (zambos, cuarterones, quinterones, octorones, etc.); para bien o para mal, esta plebe
adquirió la reputación de tener una conducta social indisciplinada y
de ser propensa a participar en una violencia vagamente política.
Al igual que en el resto de la América hispana, en el Perú los
mestizos y las castas fueron los únicos grupos raciales no blancos
que se beneficiaron con el final del colonialismo, aunque de modo
indirecto, pues los oficiales de origen racial mixto tuvieron más oportunidades para ascender social y políticamente a medida que la
sociedad se iba militarizando durante las etapas finales de la transición
a la independencia, y gracias al papel remozado que le cupo a los
militares en la vida política durante las primeras décadas del periodo
republicano. La carrera de Andrés de Santa Cruz (hijo de padre
blanco y de una india acomodada, nacido en La Paz) nos brinda un
ejemplo de ello, aunque no está de más recordar que su derrota en
Yungay en 1839 reflejó, en parte, la negativa de los limeños a permanecer dentro de una entidad política (la Confederación PerúBoliviana) controlada por un “indio”.31
Según el imperfecto censo de 1795, aquel año los mestizos conformaban el 22% (244,000 personas) de la población total del
virreinato, una proporción mucho más baja que la que Humboldt
calculase para toda Hispanoamérica.32 La ciudad de Lima tenía
4,900 mestizos, y un número sustancial fue asimismo registrado en
Arequipa (4,900) y Huamanga (4,700). Sin embargo, nunca estará
demás repetir que si bien en esencia esta clasificación era clara y
absoluta para los contemporáneos, en los puntos de contacto ella
era sumamente fluida y reflejaba, por ejemplo, el status social y económico de personas y/o el capricho de los funcionarios coloniales,
antes que una búsqueda científica de precisión. Ello no obstante,
tiene sentido que la intendencia de Tarma apareciera en 1795 con
el mayor número y proporción de mestizos del Perú (78,560 : 32%
del total virreinal; 38% de la población total de la provincia), pues
era una zona en donde la minería, la agricultura y el comercio habían
puesto a españoles e indios en contacto continuo durante más de
250 años. De otro lado, era simplemente ridículo que el partido del
Cuzco —la ciudad y sus alrededores— apareciera con no más de 53
mestizos en una población total de 25,000 personas, junto a 7,100
indios y 16,800 españoles. Aquí, al igual que en la intendencia de
Huancavelica —en donde el censo no mostraba sino 4,500 mestizos en una población total de 45,000 personas—, la población
mestiza fue desinflada primero gracias a la tendencia a definir como
españolas a las personas más prósperas de ascendencia mixta y, en
segundo lugar, debido a lo borrosa que era la distinción entre los
mestizos más pobres y los indios.
29. Mörner, Race Mixture, presenta un cuadro global del proceso de mestizaje.
31. Para un examen más extenso de este tema véase el capítulo 6.
30. Al parecer, los dos hijos de la relación entre Pizarro y Angelina Yupanqui —Francisco y Juan— no fueron reconocidos por él: Lockhart, The Men of Cajamarca, p. 154.
32. Humboldt calculaba que los mestizos eran 5’328,000 personas (32%) de una
población imperial total de 16’910,000: véase el capítulo 3.