JOHN FISHER
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ò Europeos”, explica por qué razón una alianza tal estaba condenada
a ser efímera por motivos económicos, dado que la mayoría de las
empresas que explotaban la mano de obra indígena eran de propiedad de criollos antes que de peninsulares.8 Areche, quien llegó
al Cuzco en febrero de 1781 junto con 400 hombres procedentes
de Lima y otros 200 reunidos en Huamanga, reflejó la posición
esencial, aunque a veces no expresada, de la mayoría de los españoles del Perú al decir que “el indio solo respeta y teme a quien le
amenaza, y si le enseñan recelo, que el entiende que es timidez, es
osado”.9
Como señalase ya en el capítulo 2, el ejército que dejó el Cuzco
en marzo de 1781 para atacar a los insurgentes en su baluarte de
Tinta, estaba compuesto sobre todo por soldados indios reclutados
por caciques, como por ejemplo Mateo García Pumacahua, que
consideraban a Túpac Amaru como un usurpador y/o veían una
oportunidad de ascenso personal en respaldar la represión de la
rebelión.10 Al mismo tiempo, el primer contingente de t ropas enviado desde Lima para reforzar los ineficaces esfuerzos de la milicia
cuzqueña por contener la rebelión fue de libertos, extraídos del Regimiento de Mulatos de Lima. La yuxtaposición subsiguiente de estos
tres grupos étnicos —españoles, indios y negros— en y alrededor
del Cuzco en 1781, y las claras evidencias de las divergentes actitudes
políticas y sociales de por lo menos los dos primeros, nos recuerdan
una vez más la complejidad de la sociedad colonial del periodo borbónico tardío.
El significativo papel que los negros tuvieron en las estructuras
económicas y sociales del Perú colonial tardío es a menudo pasado
por alto, debido a la preocupación que la mayoría de los historiadores
tiene por las relaciones entre la minoría española del virreinato y la
8.
Areche a Gálvez, 1 de marzo de 1781, AGI, Lima, Leg. 1040. Recogiendo, sin
saberlo, un tema utópico, Areche añadió “con que si alguno muere en la acción de
coronarse y rendir los demas del Reyno, le resucitará al tercero dia”.
9.
Areche a Gálvez, 29 de mayo de 1782, AGI, Lima, Leg. 1041.
10. Precisamente en este momento, el famoso cacique de Chinchero ampliaba sus
intereses comerciales al alquilar la hacienda de Sondor, en Huaillabamba, por la
considerable suma de 470 pesos anuales: Mörner, Perfil de la sociedad rural, p. 45.
SOCIEDAD, ETNICIDAD Y CULTURA
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mayoría india. Según el censo de 1795, los negros conformaban el
7.4% de la población total del Perú, divididos por igual entre esclavos
(40,385) y libertos (41,004). Si bien a primera vista este porcentaje
parece relativamente pequeño, con él los negros eran el grupo racial
más grande en zonas claves del Perú costeño, y no menos en Lima,
en donde la ciudad y su cercado tenía un total de 28,000 negros
(10,000 libertos, 18,000 esclavos) en una población de 63,000 personas, con lo cual no sólo superaban a indios y mestizos (15,000),
sino también a los blancos (20,000).11 Hubo una concentración similar de negros en el vecino partido de Ica, en donde 8,000 negros
vivían al lado de apenas 2,000 blancos y 11,000 indios y mestizos;
las subdelegaciones de Chancay y Cañete tenían entre las dos otros
9,000 negros más (7,000 de los cuales eran esclavos) y apenas
1,500 blancos.
En total, la intendencia de Lima —que incluía, por supuesto, a
los partidos serranos de Canta, Huarochirí y Yauyos, que apenas si
contaban con ellos— tenía 48,000 negros (30,000 esclavos y 18,000
libertos), que constituían el 31% de la población total registrada de
156,000 personas; sin embargo, en los cinco distritos costeros (Cañete, Chancay, Ica, Lima y Santa) ellos conformaban el 40% del
total de la población. No sorprende, a la luz de esta última cifra y,
en especial, dada la ubicuidad de los negros libertos en la ciudad de
Lima, en donde eran especialmente prominentes como comerciantes, artesanos y jornaleros, que Juan y Ulloa describieran a la costa
peruana como una zona dominada por negros.12 Más al norte, la
otra gran concentración de negros, de libertos más que de esclavos
(14,000 : 5,000), se dio en la intendencia de Trujillo, sobre todo en los
partidos costeños de Lambayeque (5,000), Piura (6,000) y Trujillo
mismo (4,000). Unos 4,000 negros vivían en la capital de la intendencia y alrededor de ella en la provincia sureña de Arequipa, y otros
8,000 estaban distribuidos de modo bastante uniforme en los partidos costeños especializados en la producción de vino y aguardiente.
11. Cifras del Estado adjunto Bonet a Gil, 29 de diciembre de 1795, AGI, Indif. Gen.,
Leg. 1525.
12. Citado en Campbell, “Black Power”, p. 141.