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JOHN FISHER
la cantidad significativa de tiempo ahorrado con las máquinas de
barriles y un mejor rendimiento de plata, pero con resultados inconsistentes en cuanto al consumo del mercurio. En mayo de 1794 el
virrey canceló una cuarta prueba comparativa a pesar de las objeciones de Nordenflicht, y respaldó el argumento del Tribunal de
Minería de que éste no había logrado demostrar que el nuevo proceso mejorase el refinamiento significativamente.74
Mientras que los miembros de la misión paralela a México fácilmente aceptaron que el proceso Born era inadecuado para las condiciones americanas y se forjaron a sí mismos un nuevo papel en el
colegio de minería, abierto en 1792 por Fausto de Elhuyar, el desafortunado Nordenflicht y sus hombres quedaron abandonados en
Lima, virtualmente olvidados por la Corona. Estuvieron literalmente
ociosos durante más de dos años (1795-1797), para consternación
del Tribunal de Minería, que estaba obligado a pagarles sus salarios
que ascendían a 18,000 pesos anuales. Y si bien posteriormente se
les dio varias misiones, incluyendo otro examen más de la mina real
de Huancavelica y la construcción allí de un nuevo almacén para el
mercurio, ellos no contribuyeron en nada a la curva ascendente de
la producción de plata peruana durante la década de 1790.75
Podría argumentarse que la presencia de la misión Nordenflicht
en realidad estorbó el desarrollo de la minería peruana en la década
de 1790, al desviar fondos para su manutención que podrían muy
bien haber sido invertidos en la industria de forma mucho más directa. Ésta no es una simple especulación, pues está claro que una
de las principales razones del rápido crecimiento del output de Cerro
de Pasco en este periodo fue la decisión tomada por el Tribunal de
Minería en 1796, de invertir sus fondos excedentes —los cuales
crecían, claro está, a medida que el registro de la plata subía— para
74. Los detalles de los resultados fueron reportados en Gil a Gardoqui, 23 de mayo de
1794, AGI, Lima, Leg. 1361, y en José de Robledo a la Junta General de Minería,
28 de marzo de 1795, AGI, Lima, Leg. 1360; la orden de Gil del 23 de mayo de
1794 en que ordenaba abandonar los experimentos está en AGI, Lima, Leg. 1359.
75. El proceso del patio sobreviviría en el Perú durante otros 100 años más como la
forma principal de refinar la plata: Contreras, “El reemplazo del beneficio de
patio”.
ECONOMÍA, DEMOCRACIA Y REAL HACIENDA
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financiar la excavación de un gran túnel de desagüe, el socavón de
Yanacocha, iniciado en 1794 con capitales locales.76 El monto total
invertido en este proyecto y en un socavón mayor, el de Quiulacocha, entre 1797 y 1821, cuando las guerras de independencia
paralizaron las actividades, fue de un total de 247,000 pesos, para
decepción de los mineros en algunas de las más pequeñas diputaciones peruanas como Huamanga y Puno, quienes se quejaban
amargamente de tener que pagar el impuesto para mantener a sus
colegas más ricos en otras partes del virreinato.77 En otros centros
principales, como Hualgayoc, el incre mento de la producción puede
ser explicado fundamentalmente con la inversión local en túneles
de desagüe y, a otro nivel, por la mayor disponibilidad de mercurio
gracias tanto a la estabilización de la producción de Huancavelica,
que satisfacía alrededor del 50% de la demanda virreinal, como del
envío de cargamentos cada vez mayores de mercurio europeo (la
mayor parte del cual provenía de la mina española de Almadén)
desde Cádiz, sobre todo en 1788-1797 y 1802-1805.78
En realidad, el principal problema técnico al que los mineros
peruanos debían hacer frente no era la ineficacia relativa del proceso
del patio, sino otro algo más mundano: la inundación de las minas
que impedía el acceso a las menas que se encontraban por debajo
de una distancia superficial. La forma tradicional de hacerles frente
—cavar un socavón inclinado debajo de las minas con la esperanza
de drenar el agua— tendía a brindar una solución de corto plazo,
pues el incremento de las actividades llevaba la extracción hasta el
nuevo nivel del agua. Esto es exactamente lo que ocurrió en Cerro
de Pasco en 1812, cuando varias de las minas alcanzaron al nivel
del socavón de Yanacocha, causando así una caída abrupta del 68%
en el output del principal centro minero peruano, y la caída de la
76. “Expediente promovido por el Subdelegado de Pasco, sobre q’e el exceso del R’l en
marco se destine p’a el socabon de Yanacancha”, 17 de setiembre de 1796, AGN,
Minería, Leg. 57.
77. Rivero y Ustáriz, Colección de memorias, 1: p. 121; Fisher, Minas y mineros,
pp. 107-109.
78. Fisher, Minas y mineros, pp. 153-80, presenta un cuadro global de la provisión de
mercurio.