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JOHN FISHER
nato del Río de la Plata en 1776. Con ello quedó sellado el indiscutido dominio hispano del estuario del Río de la Plata y “el virreinato del Perú fue desmembrado para siempre”.35 En este contexto,
el proceso paralelo de liberalizar el comercio, iniciado cautelosamente en 1765 y que alcanzase su clímax en 1778 con la publicación
del reglamento, parecía anunciar la ruina de los restos del virreinato peruano, viniendo como lo hacía en medio de la visita general e
inmediatamente antes del estallido de la rebelión de Túpac Amaru.36
Recientes investigaciones indican que esta pesimista conclusión estaba
mal fundada.37
En parte es comprensible el escepticismo inicial que hubo en el
Perú con respecto a los beneficios que podían obtenerse —si es que
se obtenía alguno— con la desrregulación relativa del comercio,
pues si bien fue relativamente exitoso en términos militares y diplomáticos, el ingreso de España a la Guerra de la Independencia Norteamericana en 1779 paralizó el comercio entre la península y el
Pacífico hasta 1783.38 Es más, el cese de las hostilidades hizo que
se percibieran problemas de distinto tipo, pues los comerciantes de
Cádiz remitieron grandes cantidades de bienes manufacturados al
Callao — entre 1785 y 1787 se desembarcaron allí bienes por un
valor de 24 millones de pesos, y en ese mismo lapso se envió a
Cádiz plata por un valor de más de 33 millones de pesos—, con lo
cual en 1787 el Consulado de Lima se quejó amargamente de que
el aluvión de importaciones no sólo había saturado el mercado
regional, bajando los precios y las ganancias a niveles insostenibles,
35. Lynch, Administración colonial española, p. 44.
36. Kuethe, “Towards a periodization”, p. 143, sugiere que la principal motivación
detrás de las reformas comerciales fue “el desarrollo de los medios con los cuales
librar la guerra exitosamente”.
ECONOMÍA, DEMOCRACIA Y REAL HACIENDA
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sino que también estaba extrayendo el capital circulante del virreinato.39 Sin embargo, el Consulado había adoptado una posición
hostil a la introducción del comercio libre ya en febrero de 1779,
mucho antes de que estas tendencias postbélicas pudieran siquiera
ser previstas, pronosticando con pesimismo que lejos de estimular
la actividad comercial, la apertura al comercio directo con España
del Río de la Plata y de los puertos del Pacífico de Arica, Concepción,
Guayaquil y Valparaíso, reduciría el comercio limeño realizado a
través del Callao a un tercio de su nivel anterior a 1778.40
La realidad es que hubo las inevitables fluctuaciones de año en
año —en 1785, por ejemplo, los comerciantes de Cádiz despacharon
al Callao cargamentos con un valor registrado (expresado en términos de la valoración oficial añadida al reglamento de 1778) de
130 millones de reales de vellón (6.5 millones de pesos), en tanto
que dos años más tarde su valor cayó a doce millones de reales
(600,000 pesos)—, pero durante un lapso de doce años, hasta 1796,
las exportaciones de Cádiz al Callao tuvieron un valor promedio de
52 millones de reales (2.6 millones de pesos).41 Aunque era el indudable beneficiario de la introducción del comercio libre, al Río de
la Plata en cambio se le remitieron durante el mismo periodo cargamentos con un valor registrado de precisamente el 50% de esta cifra (312 millones de reales); Venezuela era, de igual modo, el
destino de bienes con un valor de 293 millones de reales.42 Aunque
hay ciertas dificultades para interpretar estas cifras —una de ellas es
que solamente muestran los detalles de las exportaciones de Cádiz,
otra es que están expresadas en términos de valores oficiales al por
mayor, antes que en precios de mercado en América—, son lo suficientemente confiables como para permitirnos concluir que hasta
1796, el mercado peruano rico en plata era más importante para
37. El punto de partida acostumbrado de la interpretación negativa es, claro está,
Céspedes, Lima y Buenos Aires.
39. Consulado de Lima a Escobedo, 5 de mayo de 1787, y Escobedo a Marqués de
Sonora [Gálvez], 5 de setiembre de 1787, AGI, Lima, Leg. 1111.
38. El Tratado de París (1783) confirmó el éxito militar alcanzado por España en el
Caribe durante la guerra —en mayo de 1781 el mariscal de campo Bernardo de
Gálvez, sobrino del ministro de Indias, capturó Pensacola, el baluarte británico
clave en el Golfo de México— al devolvérsele la Florida oriental y occidental (aunque
a cambio de que continuara la ocupación británica de Gibraltar).
40. Consulado de Lima a Guirior, 10 de febrero de 1779, AGMRE, Sección Colonial,
Libro 2-2.
41. Para mayores detalles véase Fisher, “The Effects of Comercio Libre”, pp. 150-51.
42. Ibid., pp. 148-49.