COMUNICACIÓN | Page 54

110 JOHN FISHER orden del virrey Abascal, que parece haber dependido menos de un conteo detallado de personas a nivel local que de reproducir los datos de 1795 para los segmentos no indios, así como de manipular la información referente a la población india, aplicando multiplicadores sospechosamente uniformes a las cifras de 1795 en cada grupo de subdelegaciones de cada una de las intendencias del virreinato: los incrementos subsiguientes en las poblaciones provinciales estimadas iban desde un mínimo de 3% en la intendencia del Cuzco, a un máximo de 134% en la de Huancavelica.18 Las cifras de 1795 fueron reproducidas del mismo modo en el prim er censo republicano (el de 1836) con apenas ligeras variantes en los departamentos sureños del Perú, aunque incorporando esta vez los datos para la provincia de Puno (cuya población total en 1836 fue reportada como de 156,000 personas, 90% de la cual fue clasificada como india), que había sido excluida de la cuenta peruana por formar parte del virreinato del Río de la Plata en 1792/1795. En todo caso, no fue sino hasta 1876 que el país realizó el primer intento riguroso de contar su población, arrojando entonces una cifra (2’487,916 personas) dos veces mayor que la registrada en 1795.19 Resulta algo más difícil hacer una comparación directa entre el perfil demográfico del virreinato en la década de 1790 y el de comienzos del siglo XVIII. A pesar de la ubicuidad de la información a nivel parroquial sobre nacimientos, confirmaciones y muertes durante el periodo de los Habsburgos, y de los ocasionales intentos hechos por los funcionarios coloniales antes de 1792 por incorporar información demográfica a sus descripciones generales del virreinato —por ejemplo, en los panfletos titulados Conocimiento de los tiempos que el cosmógrafo Cosme Bueno publicase en Lima en 1763-1778, que contenían información demográfica que él había obtenido de los corregidores—, hubo muy pocos intentos de hacer censos generales incluso de la población nativa, hasta que en 1776 18. “Estado de población del virreynato de Lima” (1812), AGI, Indiferente General, Leg. 1524. 19. Kubler, The Indian Caste, pp. 31-37, trae detalles adicionales de los ejercicios de 1836 y 1876. ECONOMÍA, DEMOCRACIA Y REAL HACIENDA 111 la Corona emprendió una serie de conteos poblacionales en toda Hispanoamérica.20 En el Perú borbónico, la principal y más significativa excepción a la falta de interés general por las investigaciones demográficas antes de fines del siglo XVIII, fue el censo de la población india emprendido por orden del virrey Castelfuerte entre 1726 y 1739, luego de una prolongada epidemia (1718-1723) que dio muerte a por lo menos unos 200,000 habitantes en el Bajo y el Alto Perú.21 Aunque dicho censo, diseñado esencialmente para producir un padrón actualizado de tributarios, seguía incompleto cuando Castelfuerte dejó el Perú en 1736 —y se detuvo en 1739, con Villagarcía—, abarcó virtualmente todas las provincias serranas del Alto y el Bajo Perú, así como dos provincias de la costa (Santa e Ica) que tenían una significativa población indígena, con lo cual se cubrió casi el 70% de las jurisdicciones territoriales del virreinato indiviso. Es difícil hacer una comparación exhaustiva de sus datos y de los que fueran producidos en la década de 1790, dado lo incompleto del censo anterior, pero donde ello es posible se confirma el cuadro general de que la población nativa del virreinato había alcanzado su nadir —un total de 613,000 habitantes en el Bajo y el Alto Perú— en la década de 1730, antes de iniciar un gradual proceso de recuperación a mediados de siglo que se prolongaría durante el resto del periodo colonial y la era republicana.22 Por ejemplo, Manso reportó una población nativa total de 127,569 personas en la diócesis del Cuzco; 20. Browning y Robinson, “Census Legacy”, hacen un útil resumen de cuándo y en qué parte de Hispanoamérica se hicieron censos durante este lapso. Para el intento paralelo de Bueno de diseminar la información sobre la población de cada uno de los corregimientos del Perú, entre otros temas, véase Bueno, Geografía del Perú virreinal. 21. Como lo demuestra Pearce en “The Peruvian Population Census”, el propio Castelfuerte informó en 1728 que la mortandad había alcanzado la cifra improbable de “más de un millón”, y otros observadores han sugerido cifras de entre 300,000 a 400,000 muertos. 22. Manso, Relación, pp. 241-46, incluye un “resumen de obispados” que muestra la población india de cada provincia en las diócesis del Alto y Bajo Perú, que está claramente basado en las revisitas de Castelfuerte (como se explica en Pearce, “The Peruvian Population Census”).