COMUNICACIÓN | Page 52

106 JOHN FISHER y mercados cerrados para los productores metropolitanos tanto de productos industriales como de productos agrícolas que no había en América. Por lo tanto, en este capítulo consideraremos, en primer lugar, el resultado de los intentos españoles por alcanzar estos objetivos en el Perú colonial tardío gracias a la relativa liberalización del comercio y el impacto que las políticas económicas y comerciales metropolitanas tuvieron sobre el estado de la agricultura y la industria; en segundo lugar, las políticas adoptadas con respecto a la industria minera y sus consecuencias; y por último, el impacto que el crecimiento en estos diversos sectores de la economía, así como la reestructuración y las innovaciones fiscales, tuvo sobre el estado de la Real Hacienda virreinal. Antes de examinar estos temas es relevante presentar un breve cuadro global de las tendencias demográficas, que fueron de importancia decisiva para la expansión de los mercados internos y la mano de obra, y por lo tanto para la generación del crecimiento económico que sostuvo la expansión fiscal. En la Hispanoamérica colonial —y hasta cierto punto también en la América hispana de fines del siglo XX—, la estrecha correlación entre los censos de población y el cobro de impuestos significaba que las cifras oficiales probablemente subvaloraban la dimensión real de la población. Para los varones adultos de la población indígena, en particular, la relación directa entre ser registrado y tener que pagar tributo, así como el estar sujeto a cumplir ya sea con la mita, ya con otra forma de servicio laboral para el Estado y/o algún particular, también produjo una difundida migración interna que las autoridades coloniales virtualmente no podían cuantificar y mucho menos controlar.8 En consecuencia, en el peor de los casos las cifras poblacionales con que contaban las autoridades coloniales estaban deliberadamente distorsionadas (por lo general hacia abajo) por los funcionarios locales debido a la incompetencia y a los fraudes fiscales, mientras que en el mejor de los casos se trataba de buenos estimados. Sin embargo, a pesar de esta gran dificultad hay una cantidad considerable de información cualitativa que indica que en toda Hispanoamérica, el periodo Borbón vio un progresivo crecimiento 8. Sobre las migraciones internas en el Perú colonial véase, por ejemplo, Wightman, Indigenous Migration. ECONOMÍA, DEMOCRACIA Y REAL HACIENDA 107 demográfico desde una cifra de aproximadamente diez millones de habitantes en 1700 —700,000 (7%) de los cuales fueron definidos como españoles, 500,000 (5%) como negros y el resto como indios y castas— a casi diecisiete millones a finales del siglo XVIII, y a diecinueve millones alrededor de 1820.9 Por doquier, el crecimiento demográfico fue especialmente rápido desde alrededor de 1750, incrementándose a una tasa de 0.8% al año, aproximadamente el doble que en la Europa de ese entonces, debido en parte a una fuerte migración procedente de España (en 1800, el número de españoles había subido en casi 500% a un total de más de tres millones), pero también a la estabilización del número de indios y al crecimiento de la población de raza mixta: los indios y las castas sumaban casi trece millones (en comparación con nueve millones en 1700) en 1800; en esa misma fecha, la población de negros esclavos y libertos fue estimada en 776,000 (4%), pero en 1820 subiría a más de dos millones debido principalmente a la rápida expansión del comercio de esclavos africanos.10 Al igual que en muchos otros aspectos, en la década de 1790 la importancia en términos demográficos del amputado virreinato peruano era bastante secundaria en comparación con la Nueva España. El censo de todo el virreinato iniciado durante el gobierno de Gil en 1791, y completado en 1792, estuvo basado en parte en las visitas provinciales emprendidas por los intendentes y sus subordinados después de 1784, y arrojó una población total de 1’076,122 habitantes, 608,000 (5%) de los cuales fueron clasificados como indios.11 La difundida creencia de los contemporáneos de que estas cifras estaban incompletas pareciera estar confirmada por las esta- 9. Para esta última fecha el Brasil, en cambio, tenía cuatro millones de habitantes y Angloamérica (los Estados Unidos inclusive) casi doce millones: Savelle, Empires to Nations, pp. 103-104. 10. Humboldt, Ensayo político, pp. 35-97, presenta una rica información sobre la estructura demográfica de la Nueva España a fines del siglo XVIII, en donde los indios y las castas conformaban más del 80% de una población de seis millones, así como información comparativa sobre otras regiones. Véase también a Burkholder y Johnson, Colonial Latin America, pp. 274-76. 11. Gil, Memoria, apéndice, pp. 6-9.