COMUNICACIÓN | Page 35

72 JOHN FISHER de que Carlos IV se negara a concederle la licencia necesaria.17 Los primeros tres oidores y el fiscal nombrados en 1787 para que sirvieran bajo las órdenes de Portilla fueron todos peninsulares, y si bien los criollos consiguieron su primer representante en el tribunal en 1806 con el nombramiento del arequipeño Pedro Mariano Goyeneche y Barreda como oidor, la Audiencia del Cuzco siempre fue considerada, en la ciudad y en la región, como una defensora de los intereses metropolitanos.18 Cuando Areche llegó a la capital virreinal, el establecimiento del Tribunal de Cuzco como un bastión de la autoridad peninsular y la transformación de la Audiencia de Lima de un cuerpo dominado por los criollos en otro controlado por los peninsulares —un proceso llevado a cabo gracias a la transferencia de los primeros a otros tribunales, varios retiros forzosos debido a mala salud o edad avanzada, la advertencia dada a los cuatro limeños restantes en el tribunal de que estaban siendo observados, y el nombramiento de seis peninsulares para que llenaran las vacantes en 1778-1779— era aún un proceso por acabar.19 En el corto plazo, Areche vio a la Audie ncia como un obstáculo poderoso e insidioso para su misión, especialmente en vista de la alianza que sus dirigentes criollos prestamente conformaron —según la interpretación de Areche— con el nuevo 17. Para mayores detalles véase el apéndice 5. La creación de la Audiencia del Cuzco y el establecimiento de las nuevas audiencias en Buenos Aires y Caracas en 1783, ayudaron a suavizar el bloqueo a los ascensos debido a la venta indiscriminada de cargos durante el periodo anterior. A otro nivel, la transferencia de los oidores más viejos de América al Consejo de Indias no sólo hizo que este último fuera más eficiente, sino que también le dio una mejor comprensión de cómo había funcionado la corrupción judicial. 18. Burkholder y Chandler, From Impotence to Authority, pp. 386-87. Como lo muestra su resumen de la carrera de Goyeneche (p. 151), es, por supuesto, simplista considerar a todos los criollos como simpatizantes potenciales de los intereses locales: tanto Goyeneche, quien fuera oidor en Lima (1813-1819) después de su periodo inicial en el Cuzco, como su familia fueron firmes defensores de la causa realista durante el periodo revolucionario, y él se retiró a España, al igual que un gran número de otros criollos conservadores, una vez declarada la independencia del Perú en 1821. 19. Los detalles de la “transformación” se encuentran en Burkholder, “From Creole to Peninsular”. GOBIERNO, DEFENSA E IGLESIA 73 virrey, Manuel de Guirior (1776-1780), recién llegado de Santa Fe de Bogotá con su mujer criolla (María Ventura) y su séquito.20 El resultado inevitable, una vez que el visitador se convenció a sí mismo de que el virrey había sido seducido por la elite limeña, fue una pugna entre él y Guirior que inicialmente giró en torno a asuntos triviales como el plan del visitador de abrir un colegio de abogados. Todo esto tenía como trasfondo un pesimismo cada vez mayor entre los influyentes círculos criollos agrupados alrededor del virrey, a medida que se confirmaba la definitiva incorporación del Alto Perú al virreinato del Río de la Plata y el cambio de categoría del reino de Chile que pasó a ser una capitanía general, casi del todo independiente del Perú, así como la apertura formal de Buenos Aires —seguida, en 1778, por Valparaíso— al comercio directo con España.21 En realidad, y como frecuentemente sucedía en el Perú con las disputas jurisdiccionales, lo aparentemente superficial de algunos de los puntos específicos que enfrentaron a Areche y Guirior en 1777-1779 escondía una significativa lucha por el poder entre los intereses conservadores de un lado y, por el otro, los confiados e inflexibles reformadores, convencidos de la necesidad de acabar con la oposición y promover los cambios estructurales a cualquier costo. La situación se volvió más seria en 1779, cuando Guirior —cuyo único objetivo, según Areche, era “ser querido por estos Americanos porque creían en él y lo alababan como el protector de sus... libertades y privilegios”— se identificó estrechamente con la resistencia de los hacendados locales a la decisión tomada por Areche de incrementar la alcabala pagada por los bienes peruanos de 4% a 6%.22 La postura asumida por el virrey hizo que Areche concluyera que “nunca es aconsejable tener una autoridad tan poderosa en provincias tan distantes de España como estas”.23 Es más, un año 20. Para más detalles de la carrera de Guirior véase el apéndice 1. 21. Palacio Atard, “Areche y Guirior”, p. 25. Céspedes, “Lima y Buenos Aires”, es la obra clásica sobre el trasfondo y las consecuencias de la separación del Alto Perú. 22. Areche a Gálvez, 20 de enero de 1799, citado en Palacio Atard, “Areche y Guirior”, p. 32. 23. Ibid.