JOHN FISHER
GOBIERNO, DEFENSA E IGLESIA
CAPÍTULO II
GOBIERNO, DEFENSA E IGLESIA
EN LA SEGUNDA MITAD del siglo XVIII, el virreinato peruano había
perdido su primacía en el imperio español ante el más próspero y
populoso virreinato de la Nueva España. En el último tercio del
siglo —es decir, en los años que siguieron al final de la Guerra de los
Siete Años, cuando la Corona desarrolló un programa de reformas
imperiales que llegó al Perú entre 1777 y 1785— se comenzaron a
escuchar voces influyentes dentro del virreinato, encabezadas por
los funcionarios del Consulado, que sugerían que el Perú había sido
relegado en el imperio y que ahora ocupaba un lugar incluso menos
importante que Cuba y el Río de la Plata.
Este hecho, que se fue dando a medida que la metrópoli se preocupaba cada vez más de obtener una mayor seguridad en el Caribe
y el Atlántico Sur, y buscaba el crecimiento económico y fiscal en
regiones americanas antes periféricas, indujo a la Corona a llevar a
cabo una reorganización comercial y administrativa que parecía
amenazar lo que aún quedaba del tradicional prestigio y autoridad
del Perú.1 Aunque en el capítulo 3 se examinará detalladamente la
1.
Por ejemplo, en 1787 el Consulado de Lima se quejó amargamente de que la
apertura de Buenos Aires al comercio libre con España había inundado al Perú