COMUNICACIÓN | Page 23

50 JOHN FISHER EL VIRREINATO DEL PERÚ HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XVIII 51 El otorgamiento del asiento a los franceses en 1702, a cambio de la prometida protección naval de Francia para el comercio transatlántico, aceleró el estallido, en dicho año, de las hostilidades formales entre Inglaterra y las aliadas Francia y España. Esto a su vez llevó al nombramiento, en 1704, de asesores franceses a un comité de plenos poderes establecido por Felipe V en Madrid, para examinar el problema del futuro de la carrera de las Indias. Su principal decisión fue permitir que los navíos franceses viajaran directamente al océano Pacífico a través del Cabo de Hornos, para comerciar con Chile y Perú. Incluso antes de esta legitimización formal, los navíos franceses comerciaban en los puertos del Pacífico con relativa impunidad, en un principio ilícitamente pero luego con cierto respaldo oficial tanto de Madrid como de Lima, en especial cuando (como en el caso peruano) los intrusos insistían en que su objetivo final era llegar a China surcando el océano Pacífico, u ofrecían ayudar a las fuerzas navales que perseguían a los corsarios ingleses. Si bien algunas de las primeras expediciones de La Rochella tuvieron pérdidas, la mayor parte de los 168 navíos que navegó por el Pacífico entre 1698 y 1726 (año, este último, en que Castelfuerte decidió hacer cumplir las medidas draconianas de un Felipe V más resuelto a cortar el tráfico) regresó con considerables ganancias.26 En 1705, por ejemplo, la Compañía de las Indias Orientales calculaba que un típico cargamento llevado al Perú rendiría una ganancia de 300%.27 La pasividad con la cual los sucesivos virreyes del Perú anteriores a Castelfuerte permitieron —y, en un caso al menos (esbozado más adelante) estimularon abiertamente— a los franceses burlar los reglamentos que buscaban imponer restricciones a sus actividades comerciales, refleja en parte la estructura extremadamente inestable de la autoridad virreinal en Lima durante el primer cuarto del siglo XVIII. El anciano e ineficaz Portocarrero falleció en setiembre de 1705, habiendo tomado pocas iniciativas durante casi diez años, luego de recibir en 1695 la confirmación de Madrid de que se le permitía retirarse. Había quedado como un “pato cojo”, sólo porque una serie de accidentes y enfermedades impidió que varios de sus sucesores nombrados llegaran a Lima.28 Su deceso no rompió en absoluto el ambiente general de indecisión de la capital virreinal, pues la autoridad interina revirtió al presidente de la Audiencia en tanto se esperaba el arribo, a mediados de 1707, de un reemplazante definitivo, Manuel Oms de Santa Pau, marqués de Castelldossríus. La causa principal de la fama del nuevo virrey era que, al llegar a Versalles la noticia del ascenso al trono español de Felipe V siendo él embajador español en Francia, le dijo a Luis XIV (el 11 de noviembre de 1700) las famosas palabras a veces atribuidas al propio Rey Sol: “Il n’existe plus de Pyrénnées”. Castelldossríus tenía un interés bastante cercano pero extremadamente venal por la cuestión comercial. Por lo general se considera que él fue personalmente responsable por el fracaso de la feria de Portobelo de 1708.29 Los galeones que intentaron comerciar en Portobelo en 1708 —uno de ellos llevaba al propio Oms— dejaron Cádiz en marzo de 1706 y arribaron a Cartagena a fines de abril sin mayor incidente. Sin embargo, no pudieron seguir a Portobelo pues debieron esperar a que el nuevo virrey viajase pausadamente a Lima, y luego se pasase la segunda mitad de 1707 instalándose en el cargo, en lugar de completar los preparativos para despachar la flota peruana del Callao a Panamá, con el fin de que sus comerciantes se encontraran con los españoles en Portobelo. Entretanto, Oms permitía que los navíos franceses vendieran sus cargamentos en el puerto de Pisco a una compañía en la cual tenía interés personal, principalmente en la persona de Ramón de Tamarit, su sobrino, quien comandaba su guardia personal. El resultado fue que cuando la feria de Portobelo se realizó, en mayo de 1708 —la primera en llevarse a cabo desde 1696 y la única durante la Guerra de la Sucesión Española—, tuvo un bajo volumen de actividad, agravado por la confusión administrativa y el fraude fiscal.30 Lo que siguió fue peor. 26. Ibid, pp. 182, 187. 29. Walker, Spanish Politics and Imperial Trade, p. 34. 27. Malamud Rikles, Cádiz y Saint Malo, pp. 146-47. 30. Los detalles completos de la feria de 1708 se encuentran en ibid., pp. 34-39. 28. Para mayor información sobre la carrera de éste y otros virreyes del periodo Borbón véase el apéndice 1.