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JOHN FISHER
cialmente por Ensenada y José de Carvajal y Lancaster, y posteriormente por Ward y el duque de Huéscar, logró (no obstante sus
rivalidades personales) sentar las bases de la reestructuración fiscal y administrativa de España, y promover un “proyecto imperial”
que buscaría definir y aplicar en América una “ideología rectora”,
para facilitar la explotación de los recursos coloniales en beneficio
del Estado Borbón.9
La primacía de Ensenada en Madrid coincidió durante casi una
década con el prolongado gobierno en Perú (1745-1761) de José
Antonio Manso de Velasco, conde de Superunda.10 Como se verá
en el capítulo 3, Manso logró iniciar un significativo proceso de reformas fiscales en Perú —que comprendió el establecimiento del
Estanco del Tabaco en 1752— a pesar de haber tenido que enfrentar un abultado gasto fiscal debido a la d estrucción de Lima y
Callao por el devastador terremoto de 1746. Este virrey tuvo también
éxito al imponer (aunque por razones fiscales más que humanitarias) algunas reglamentaciones a las actividades comerciales que los
corregidores realizaban en las comunidades nativas del virreinato.11
Además, y como correspondía a un experimentado soldado profesional —había sido capitán general de Chile durante siete años—,
Manso estaba preparado para enfrentar las manifestaciones esporádicas (aunque al parecer cada vez más frecuentes) de descontento
popular que perturbaban la sociedad rural como, por ejemplo, la
ya mencionada revuelta de Huarochirí. A pesar de ello, al igual que
Mendoza, su predecesor, Manso se vio obligado a contener (y no
sofocar) la prolongada rebelión indígena dirigida por Juan Santos
9.
Andrien, “The Noticias secretas”, pp. 185-86. Lynch, Bourbon Spain, pp. 157-95,
presenta un análisis claro y convincente de los principales rasgos de la política
imperial durante el reinado de Fernando VI. Pietschmann, “Conciencia de
identidad”, presenta un cuadro claro de los debates actuales sobre la política
imperial borbónica.
10. La introducción de Alfredo Moreno Cebrián a Manso, Relación, presenta un buen
resumen de las actividades y logros del virrey: véase sobre todo las pp. 59-129. Para
un resumen de la carrera de Manso véase el apéndice 1.
11. Moreno Cebrián, El corregidor de indios, hace un análisis exhaustivo de este
último proceso.
EL VIRREINATO DEL PERÚ HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XVIII
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Atahualpa en las márgenes orientales de la remota región de Jauja
entre 1742 y 1752.12
En cierto sentido se puede interpretar la decisión de transferir a
Manso de Santiago a Lima, tomada en 1744, como el inicio de una
política borbónica de disponer que el virrey del Perú (y de los demás
virreinatos) fuera una persona con experiencia naval o militar, en
vez de los juristas, cortesanos y hombres de Iglesia que habían dominado ese cargo anteriormente. A pesar de que todos sus sucesores, incluido José de la Serna, el último virrey del Perú, se adaptaron
a estas características, esta tesis no es del todo exacta pues la nueva
tendencia se había iniciado dos décadas antes, con el nombramiento
de José de Armendáriz y Perurera, marqués de Castelfuerte, quien
gobernó el Perú entre 1724 y 1736. Sin embargo, el gobierno prolongado pero relativamente ineficaz de Mendoza —un auténtico
representante de las familias entrelazadas de los grandes que monopolizaron los cargos más importantes de América durante el siglo
XVII— en el lapso que medió entre Castelfuerte y Manso (17361745), fue un reflejo de la inconsistencia de Felipe V y sus ministros
a la hora de nombrar a las autoridades coloniales. Es más, el gobierno
de Mendoza coincidió no sólo con la decisión de la Corona, tomada
en 1738 y llevada a cabo al siguiente año, de fundar el virreinato de
Nueva Granada (retirando, por tanto, los reinos de Quito, Panamá
y Nueva Granada de la jurisdicción del virrey limeño), sino también
con el estallido de la Guerra de la Oreja de Jenkins y las subsiguientes
incursiones en el Pacífico de fuerzas navales inglesas bajo el mando
de George Anson.13
Una de las consecuencias de las renovadas hostilidades anglohispanas fue, precisamente, el llamado de Juan y Ulloa a Lima, para
12. Los detalles de la revuelta de Huarochirí aparecen en Spalding, Huarochirí,
pp. 270-92. No hay ningún estudio exhaustivo de la rebelión de Juan Santos
Atahualpa, pero Castro Arenas, La rebelión de Juan Santos, es un buen resumen.
Véase también De la Torre y López, “Juan Santos”. O’Phelan, Un siglo de rebeliones,
examina el fenómeno de las protestas rurales/nativas durante el periodo Borbón.
13. McFarlane, Colombia before Independence, pp. 191-97, trae los detalles del abortado
intento de establecer el nuevo virreinato en 1719-1723, y de su creación definitiva
en 1738-1739. Andrien, The Kingdom of Quito, examina parte del trasfondo y las
consecuencias de la decisión de incorporar el reino de Quito a Nueva Granada.