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JOHN FISHER
posterior a la independencia —concluyen los autores—, simplemente
reflejaba el hecho de que si bien quienes fueron marginados por el
sistema colonial lograron destruir el Estado virreinal, no tenían la
suficiente cohesión como para desarrollar “un proyecto nacional
común y cohesivo”.3 Sin embargo, “el conflicto continuó, y las montoneras negras en la costa y los campesinos en los Andes continuaron
asediando a los regímenes conservadores durante las primeras décadas republicanas”.4
Aunque esta interpretación refleja más los deseos que la realidad
en lo que respecta a la participación popular en la conformación
del Perú republicano, tiene algún sustento, pues la expulsión de los
peninsulares —así como la decisión de algunos criollos prominentes
de retirarse a España durante las etapas finales del proceso independentista— ciertamente abrió las puertas a los capitalistas nativos
de la nueva república y les permitió ejercer un grado de autoridad
política y económica sin precedentes, por lo menos hasta que tuvieron que enfrentar el problema de atraer la inversión extranjera
con que llenar el vacío dejado por los capitalistas que habían partido.5 Los primeros viajeros extranjeros a América Latina ya habían
formulado rotundas advertencias sobre las pobres perspectivas que
el comercio y la inversión tenían en la región incluso antes de que el
breve boom inversionista británico colapsara en 1825, lo que hizo
que los desilusionados empresarios regresaran a Londres ansiosos
por publicar impresiones negativas sobre el Perú que desanimasen
a otros posibles colegas. Por ejemplo, Gilbert Mathison, quien viajase
por Brasil, Chile y Perú entre 1821 y 1822, advirtió claramente lo
siguiente:
las perspectivas que América del Sur exhibe son menos brillantes de
lo que los amigos de la humanidad desearían, o que el común de las
personas están dispuestas a aceptar.6
LA HERENCIA BORBÓNICA
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De igual modo Edmond Temple, quien viajase bastante por Perú
y Bolivia a nombre de la Asociación Minera de Potosí, La Paz y Perú
antes de su colapso definitivo en 1826, publicó también una relación sesgada de sus experiencias, culpando de sus desventuras no
sólo a los irresponsables y codiciosos políticos peruanos, sino también
a los ignorantes e ilusos accionistas de su país.7 El resultado inevitable
fue que hasta el advenimiento de la era del guano, la economía exportadora peruana —lejos de atraer la atención malsana de los capitalistas extranjeros, criticados por los teóricos de la dependencia—
experimentó un crecimiento extremadamente lento, no obstante la
mejora en los términos de intercambio producida por el colapso de
los precios de los bienes europeos (principalmente británicos) de lana y algodón.
Como lo demostrase Gootenberg, los estadistas peruanos no
estuvieron del todo indefensos y faltos de objetivos en su manejo
de la política económica entre 1824 y 1850, pero el principal determinante de su integración a la economía mundial después de la
independencia fue el nivel de producción de plata, como lo fuera
ya durante el periodo borbónico tardío.8 En términos de su economía, para el Perú la obtención de su independencia fue parte de
un proceso de lenta transición, pero en el corto plazo las condiciones
económicas de la república durante las dos primeras décadas de su
existencia nacional apenas si difirieron de las que encontramos antes
de 1810.
El aspecto de Lima, con sus espléndidas edificaciones borbónicas, apenas si cambió a comienzos de la república, pues no fue sino
hasta que las nuevas riquezas procedentes del guano comenzaron a
fluir a las arcas públicas y privadas que las edificaciones neoclásicas
del siglo XVIII comenzaron a ser opacadas por nuevas e impresionantes construcciones, en especial durante las presidencias de Ramón
Castilla (1845-1851, 1855-1862) y José Balta (1868-1872).9 Durante
3.
Ibid., p. 58.
4.
Ibid., p. 41.
7.
Temple, Travels, pp. 2, 270-74.
5.
Dawson, The First Latin American Debt Crisis, presenta un excelente análisis sobre
el abortado boom inversionista de 1822-1825.
8.
Gootenberg, Between Silver and Guano; para la recuperación de la minería véase
Deustua, La minería.
6.
Mathison, Narrative, p. 358.
9.
Méndez Guerrero, Pacheco Vélez, Ugarte Eléspuru, Lima, pp. 38-39.