COMUNICACIÓN | Page 105

206 JOHN FISHER el resto del Alto Perú, a pesar de aún no haber recibido la autorización específica de España para tomar dicha medida.73 Las evidencias disponibles referentes a las relaciones entre Pezuela y La Serna y sus respectivos círculos antes de enero de 1821, tienden asimismo a sugerir que si bien existían facciones entre los militares, ellas no necesariamente reflejaban desacuerdos ideológicos profundamente enraizados. Algo más importantes fueron las grandes diferencias culturales y las discusiones sobre tácticas entre los oficiales que habían servido un buen tiempo en América, como Pezuela (cuyo servicio allí se remontaba a 1805) y Ramírez, quienes creían comprender a los criollos, y los peninsulares arrogantes y seguros de sí mismos que arribaron al Perú en 1816, decididos a reprimir la disidencia con su vigoroso profesionalismo. Por ejemplo, una de las acusaciones comunes en contra de La Serna era que tan pronto como llegó al Alto Perú, licenció a dos regimientos de la milicia del Cuzco, incluyendo al que había derrotado a la rebelión de Pumacahua, dispersando a sus hombres y oficiales entre otras unidades para así facilitar el ascenso de sus subordinados peninsulares.74 De otro lado, hay evidencias claras de que La Serna discrepaba esencialmente con las tácticas militares de Pezuela —sobre todo en Chile en 1817—, hasta el punto de buscar renunciar a su comisión y retornar a España.75 La aprobación de Madrid a este retiro —ostensiblemente por motivos de salud— fue confirmada en 1818 y, habiendo viajado a Lima, La Serna se encontraba a dos días de su partida a Panamá cuando Pezuela, algo sorprendentemente en vista de los acontecimientos posteriores, le ascendió a teniente general y le persuadió de que permaneciera en la capi tal, listo para convertirse en virrey interino en caso de necesi73. Decreto de La Serna, 11 de marzo de 1824, ADC, Periódicos, Libro 1, ff. 377-78. El decreto real del 25 de diciembre de 1823 que ordenaba esta medida fue publicado en el Cuzco el 31 de julio de 1824: ibid., ff. 401-402. 74. Pezuela, Manifiesto, pp. 113. Véase también a García Camba, Memorias, pp. 22324, quien señala que la falta de voluntad de los criollos para servir bajo el mando de los peninsulares causó muchas deserciones entre los que antes habían sido entusiastas seguidores de la causa realista. 75. Vargas Ugarte, Historia del Perú: emancipación, pp. 152-53. FIDELISMO, PATRIOTISMO E INDEPENDENCIA 207 dad.76 Al parecer, su intención inicial era devolverle a La Serna su puesto en el Alto Perú —desde donde recibiría informes, en julio de 1820, de la profunda hostilidad entre Ramírez y el “partido escandaloso” de los peninsulares, liderados por Canterac—, pero el arribo de San Martín y la necesidad subsiguiente de tenerlo cerca de Lima se adelantó a su plan.77 No obstante las reservas que hay para atribuir las divisiones surgidas entre los realistas entre 1820 y 1821 a diferencias ideológicas, debemos reconocer que la restauración del liberalismo en España, ocurrida en 1820, afectó profundamente los acontecimientos peruanos, en desventaja primero de Pezuela y luego de San Martín.78 Una cronología precisa importa porque si bien, gracias a su correspondencia privada con el embajador español en Río de Janeiro, Pezuela ya sabía a mediados de julio de la revolución de 1820, fue sólo el 4 de setiembre, cuatro días antes de que San Martín iniciara su desembarco, que se le ordenó formalmente que restaurara la constitución de 1812.79 La ceremonia misma, efectuada el 15 de dicho mes, estuvo precedida por una oferta hecha cuatro días antes a San Martín para acordar un cese al fuego, luego de que Pezuela recibiera instrucciones complementarias que le ordenaban tomar este paso en tanto llegaban de España los comisionados de paz, encargados de persuadir a los insurgentes de que la restauración de la constitución les permitiría alcanzar sus objetivos dentro del redil hispa76. Pezuela al ministro de Guerra, 14 de febrero de 1820, BMP, Pezuela, Ms. 5, Cuaderno 8. 77. Mariano de la Torre y Vera a Pezuela, 7 de julio de 1820, BMP, Pezuela, Ms. 5, Cuaderno 9; La Serna a Pezuela, 30 de setiembre de 1820, BMP, Pezuela, Ms. 5, Cuaderno 10. No obstante haber asuntos más urgentes, se gastó bastante papel y tiempo en decidir la fecha exacta hasta la cual recibiría la paga de comandante del ejército del Alto Perú (eventualmente fijada el 5 de diciembre de 1819), un asunto de cierto interés para los funcionarios del Estado de Lima, dadas las diferencias en el monto; Pezuela al secretario de Estado, 5 de junio de 1820, AGI, Lima, Leg. 762. 78. Las fuentes usuales sobre la política española entre 1820 y 1823 incluyen a Comellas, Los realistas y Los primeros pronunciamientos. Un análisis más amplio de la política imperial hispana aparece en Anna, Spain; Costeloe, Response to Revolution. 79. Pezuela al embajador Casaflores, 14 de julio de 1820, acusando recibo de su carta del 11 de mayo de 1820; BMP, Pezuela, Ms. 5, Cuaderno 6. Véase también Anna, Spain, pp. 234-39, y Anna, Fall of the Royal Government, pp. 159-61.