COMUNICACIÓN | Page 102

200 JOHN FISHER vanecieron rápidamente después de Maipú. Un golpe decisivo fue la captura de la fragata María Isabel y varios transportes con destino al Callao que llevaban tropas y armas desde Cádiz, ocurrida en Talcahuano —la base naval cercana a Concepción, abandonada por Osorio— en 1818, a manos de la novel marina chilena.50 Este incidente no sólo privó al Perú de 2,000 refuerzos, sino que dio a los chilenos el buque insignia (rebautizado como el O’Higgins) de los siete buques de guerra que en agosto de 1820 escoltarían las 4,500 tropas de la expedición libertadora de Valparaíso al Perú.51 La siguiente sección del capítulo se inicia con un análisis sobre la reacción realista ante el desembarco de la expedición libertadora al sur de Lima, entre el 8 y el 10 de setiembre de 1820. Además, el análisis subsiguiente se concentrará en los eventos que tuvieron lugar en el Cuzco, especialmente entre 1822 y 1824, cuando la ciudad sirvió como la capital virreinal de La Serna, para así evitar repetir inútilmente los detalles extremadamente familiares de los acontecimientos ocurridos en Lima luego de que San Martín declarase la independencia el 28 de julio de 1821. Aun cuando las estadísticas oficiales del número de tropas que existía en el Perú a fines de la colonia son muy poco confiables (al igual que en otras partes de la América hispana en este periodo), en especial en lo que toca al número real de hombres en los regimientos de la milicia capaces de entrar al servicio activo y dispuestos a hacerlo, en 1820 Pezuela contaba, a primera vista, con fuerzas sustanciales para defender al virreinato tanto de la insurgencia interna como de un ataque externo.52 El contingente más grande en toda su fuerza de 23,000 hombres era el “ejército del Alto Perú” (10,000), comandado por Ramírez —quien había regresado a Charcas para suceder a La Serna, luego de un intervalo como presidente de Quito—, y el 50. El fracaso en conservar una presencia militar en Talcahuano despúes de Maipú pasó a ser una de las principales quejas formuladas en contra de Pezuela: Valdés, Documentos, 2: p. 43. 51. Para detalles de las naves del escuadrón chileno véase Vargas Ugarte, Historia del Perú: emancipación, pp. 156-57. 52. Marchena Fernández, Ejércitos y milicias, presenta un análisis global del papel que las tropas regulares y la milicia tenían en los ejércitos realistas. FIDELISMO, PATRIOTISMO E INDEPENDENCIA 201 “ejército de Lima” de 6,000 hombres, bajo el mando directo del virrey mismo.53 La guarnición del Callao (1,000 hombres) y otros destacamentos al norte y sur de Lima incrementaban las fuerzas realistas inmediatamente disponibles a casi 9,000 hombres.54 A pocas horas de confirmársele que San Martín había comenzado a desembarcar sus tropas en Paracas, Pezuela retiró la pequeña fuerza que había estacionado en Pisco, ordenó a Ramírez que mudara su cuartel general de Tupiza a La Paz (esto es, más cerca al Bajo Perú) y repitió sus instrucciones a los hacendados al sur de Lima de que mudaran los esclavos, el ganado y los caballos hacia el interior del país.55 La estrategia general del virrey de concentrar sus fuerzas en Lima y alrededor de ella reflejaba sus temores por la vulnerabilidad del Callao a un ataque por parte del superior escuadrón naval chileno, cuyo control de los mares se hizo aún más marcado el 5 de noviembre cuando Cochrane capturó la Esmeralda, el buque insignia realista.56 El siguiente mes de guerra boba quedó subrayado aún más con la ocupación de Cerro de Pasco, el principal centro minero peruano, por una columna enviada por San Martín al interior del Perú central bajo el mando del español Juan Antonio Álvarez de Arenales. Aunque Arenales (que es como comúnmente se le conoce) pronto retornó a la costa —dejando a las montoneras y a los ciu53. “Estado general de la tropa de artillería, infantería y caballería que existe en los ejércitos de Lima y Alto Perú, así como en las provincias dependientes de ambos virreynatos...”, BMP, Pezuela, Ms. 5, Cuaderno 10. 54. En febrero de 1821, un oficial naval británico estimaba que las fuerzas realistas sumaban 7,000 hombres, incluyendo a 2,500 europeos, después de las deserciones a San Martín (la más conspicua de las cuales fue la del batallón Numancia, con 650 hombres): Woodward, “The Spanish Army”, p. 592. Seis mil de las 33,000 tropas despachadas de España a América entre 1810 y 1818 habían llegado al Perú, la mayoría de ellas en 1815-1818: Heredia, Planes españoles, pp. 382-87. 55. Pezuela al ministro de Guerra, 11 de setiembre de 1820, BMP, Pezuela, Ms. 10, Cuaderno 5. 56. Por coincidencia, en esa fecha se discutieron en Madrid los planes, finalmente infructuosos, para enviar otros buques de guerra al Callao y Cartagena, “amenazados de nueva invasión por las fuerzas rebeldes auxiliadas por los extranjeros...”: José Canga Argüelles al ministro de Ultramar, 5 de noviembre de 1820, AGI, Indiferente General, Leg. 1568.