COMUNICACIÓN | Page 101

198 JOHN FISHER inmejorable para apoderarse de las tierras de las comunidades indias—, aseguraron una relativa tranquilidad política para el sur peruano en lo que quedaba de la segunda década del siglo XIX. Entre mediados de 1815 y finales de 1819 las únicas revueltas que hubo en todo el virreinato fueron las actividades guerrilleras en el valle del Mantaro; queda por saber si estas actividades fueron bandidaje, protesta social, patriotismo, o una combinación de los tres.44 Sin embargo, algunos estudios recientes sugieren que el respaldo de las montoneras provino principalmente de grupos desarraigados que eran particularmente susceptibles a las fluctuaciones económicas —“arrieros, vagabundos y jornaleros de las minas”, para citar una fuente—, no de las comunidades indias que contaban con mayores recursos de los cuales depender durante una recesión.45 En Lima misma, las dificultades económicas y fiscales, mas no las actividades abiertamente revolucionarias, fueron la principal preocupación —por lo menos hasta 1820— del nuevo virrey Joaquín de La Pezuela, quien sucedió a Abascal a mediados de 1816, luego de servir como comandante en jefe del ejército realista del Alto Perú desde 1813. Su momento cumbre en este cargo había tenido lugar en noviembre de 1815 con su decisiva victoria sobre José Rondeau en Viluma, que siguió a sus anteriores éxitos en Vilcapuquio y Ayohuma contra Belgrano.46 De ahí en adelante, la preocupación del nuevo virrey por mantener una fuerte presencia militar en el Alto Perú —en donde el 43. Por ejemplo, en 1822 el subdelegado de Abancay acusó de insurrección al alcalde del pueblo de Huanipa (Francisco Xavier Negrón) por haberse opuesto al nombramiento como cacique del candidato del subdelegado (Mariano Alzamora); Negrón atribuía el nombramiento al pago de un soborno, en tanto que el subdelegado le acusaba de haber animado a los pobladores a que no pagaran su contribución: ADC, Intendencia, Gobierno, Leg. 157. 44. Las fuentes útiles sobre el fenómeno incluyen a Guardino, “Las guerrillas”; Rivera Serna, Los guerrilleros del centro; Vergara Arias, Montoneras y guerrillas; y Beltrán Gallardo, Las guerrillas de Yauyos. Véase también la Colección documental, Tomo V, pp. 1-4. 45. Alberto Flores-Galindo, citado en Remy, “La sociedad”, p. 482. 46. Una relación detallada de la carrera militar del virrey figura en Pezuela, Memoria militar. FIDELISMO, PATRIOTISMO E INDEPENDENCIA 199 comando supremo del ejército realista fue transferido al recién llegado José de la Serna en 1816— sería usualmente mencionada como un factor decisivo en su incapacidad para enviar fuerzas adecuadas a Chile, para defenderlo de la expedición transandina de San Martín de 1817.47 Un detalle relativamente menor, que a su debido tiempo llegaría a ser la manzana de la discordia entre los respectivos apologistas de Pezuela y La Serna fue que, tras desembarcar en Arica en setiembre de 1816, este último viajó directamente al Alto Perú en lugar de viajar a Lima a conferenciar con el virrey, supuestamente minando así la autoridad de su superior.48 Si bien el continuo estado de guerra existente en el Alto Perú desde 1809 había significado un fuerte drenaje de los recursos humanos y materiales de las provincias sureñas peruanas de Arequipa, Cuzco y Puno —en donde el correctamente llamado “ejército [realista] del Perú” había sido principalmente reclutado—, el costo total de la decisión de la mayoría de los peruanos de combatir por la causa realista no se hizo evidente para los limeños sino en 1818, con la pérdida de Chile. Las intervenciones anteriores en 18121814 para reprimir los intentos prematuros de rechazar el dominio hispano en Quito y Chile habían alcanzado su objetivo de modo relativamente fácil, y con pocas pérdidas de vidas peruanas. Sin embargo, la victoria que los patriotas obtuvieran en Maipú en abril de 1818 sobre el ejército realista comandado por Mariano Osorio —e l yerno de Pezuela—, causó fuertes bajas en los 3,000 hombres de la fuerza expedicionaria —la mitad peruanos, el resto peninsulares recientemente llegados de Panamá— enviada a Chile desde el Perú a finales de 1817.49 El puerto sureño de Valdivia seguiría en manos realistas hasta su captura por Thomas Cochrane en enero de 1820 (y la isla de Chiloé hasta enero de 1826), pero los sueños peruanos de montar otra expedición para reconquistar Chile se des47. Lynch, The Spanish American Revolutions, pp. 125-26. 48. Valdés, Documentos, 1: p. 21. 49. El ejército en la independencia del Perú cubre exhaustivamente la participación peruana en las actividades militares llevadas a cabo en el virreinato, Chile, Quito y el Alto Perú durante el periodo de la independencia. Véase también Albi, Banderas olvidadas.