COMUNICACIÓN | Page 10

24 JOHN FISHER Maticorena, Franklin Pease, Scarlett O’Phelan Godoy y Teodoro Hampe. En Arequipa volví a gozar bebiendo pisco y comiendo cuy con Eusebio Quiroz, y logré renovar el contacto con Guillermo Galdós en el nuevo local del Archivo Departamental de Arequipa, así como admirar la excelente organización del Archivo Arzobispal que venía siendo llevada a cabo por Alejandro Málaga Núñez Zeballos, el hijo de mi difunto amigo Alejandro Málaga Medina. En 1998 acepté con presteza una invitación cursada por el departamento de Economía de la Universidad Católica para participar en un seminario sobre el Estado y el mercado en la historia del Perú. Por varias razones, ésta fue una experiencia especialmente gratificante. En primer lugar, me permitió reanudar el contacto con investigadores peruanos a los cuales conocía desde hace treinta años, como Heraclio Bonilla. En segundo lugar, volví a ver en Lima a algunos historiadores relativamente jóvenes que habían pasado por Liverpool en varias ocasiones, en camino a seguir una carrera académica en los Estados Unidos, entre ellos José Deustua y Alfonso Quiroz. En tercer lugar, me permitió renovar y fortalecer mis vínculos con algunos investigadores peruanos que habían realizado sus estudios doctorales en Gran Bretaña, en especial Scarlett O’Phelan, Margarita Suárez y Rafael Varón. Por último, este seminario reunió a varios investigadores, peruanos y de otros lugares del mundo, con los cuales me había encontrado varias veces en el circuito de conferencias o en Gran Bretaña, entre ellos Carlos Contreras (jefe del comité organizador), Luis Miguel Glave, Nils Jacobsen, Kendall Brown y mis buenos amigos de Madrid, Alfredo Moreno Cebrián (cuya generosa hospitalidad y amistad siempre han alegrado mis visitas a Santiago, Lima, Cuzco y Madrid) y Ascención Martínez Riaza. Fue durante aquel seminario que finalicé los arreglos para escribir este libro con Marcos Cueto (en ese entonces director de Publicaciones del Instituto de Estudios Peruanos) y para realizar una visita más prolongada al Perú en julio-agosto de 1998, con el fin de completar la investigación en los archivos del Cuzco, necesaria para escribir la parte del capítulo 6 que alude al establecimiento y funcionamiento de la corte virreinal en el Cuzco entre 1822 y 1824. Durante mis últimas visitas quedé, como siempre, abrumado por la generosidad, tanto en el aspecto académico como personal, PREFACIO Y AGRADECIMIENTOS 25 de mis amigos peruanos. Pocas horas después de haber desembarcado en Lima en 1998, mi esposa y yo nos encontrábamos una vez más tomando vino y cenando en casa de Juan Ossio, intentando no olvidar las seis horas de diferencia entre Lima y Liverpool. En el Cuzco estoy especialmente agradecido por la ayuda que me brindó Donato Amado González en el Archivo Departamental del Cuzco (quien viene catalogando la invalorable colección de periódicos) y por mi reencuentro con Roberto Cáceres Olivera. Nuestra visita a Ayacucho en 1998 fue inolvidable por las exquisitas atenciones que tuviera para con nosotros el rector de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Enrique González Carré —con quien me había encontrado unas semanas antes durante una muy agradable velada en casa de Marcos Cueto—, que no sólo fue al aeropuerto a las 7 a.m. para recibirnos (algo extremadamente inusual para cualquier rector de una universidad británica), sino que además nos preparó un programa de visitas guiadas en la ciudad y sus alrededores (incluyendo una memorable a Quinua). Ulpiano Quispe Mejía nos brindó una muy apreciada introducción a los tejidos de la ciudad. Algunos ejemplares decoran ahora nuestro hogar. También estoy agradecido por la oportunidad que Jorge Enrique Escobar Medrano me diera en el Cuzco para hablar ante los profesores y alumnos del departamento de Historia de la Universidad Nacional de San Antonio Abad. En Lima experimenté los grandes contrastes del mundo académico, al dar conferencias tanto en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega (gracias a Luis Alva Castro, presidente de Cambio y Desarrollo, cuya hija Julia acaba de completar sus estudios de bachillerato en Liverpool) como en el tradicional Instituto Riva Agüero. En esta última institución, fui honrado al ser incorporado como miembro honorario, y deseo expresarle mi gratitud a Scarlett O’Phelan, quien actuó como intermediaria al preparar el evento, al subdirector René Ortiz Caballero, que presidió la ceremonia, y a María Cecilia Tello Pareja, la coordinadora de prensa y promoción, quien se aseguró de que mis logros como historiador del Perú fueran exagerados en El Comercio y en Caretas. Los últimos retoques al manuscrito de este libro los hice durante otra visita a Lima en agosto de 1999,