compilado1erdiplomado Compilado del 1er Diplomado AC UCV | Page 43

DE RECETAS Y RECETARIOS minera, trastocando, entre otras cosas, el régimen y los hábitos productivos y alimentarios del país.
Leamos a Mario Briceño-Iragorry, quien ilustra mejor que nadie la angustia por el vértigo de la transformación en ciernes, en Alegría de la tierra:“ Toda suerte de mis escritos periodísticos deriva de haber presentado la antigua abundancia agrícola como telón de fondo para el drama de nuestra culpable escasez presente(…) No había razón para olvidar la tierra, como aconteció al hombre venezolano, cuando vio sus arcas hinchadas de la moneda petrolera. Entonces debió afirmarse más en sí mismo, en su suelo, en su realidad nacional. Pero perdimos la cabeza y olvidamos que el pan nuestro de cada día sólo está asegurado cuando lo recogemos de la tierra, con nuestras propias manos colectivas(…) Cada economía marca un carácter a la sociedad. Nosotros pasamos de la agrícola a la minera con tanta violencia, que se resistieron las propias fibras morales de la nacionalidad. Desde la colonia veníamos sufriendo mudanzas en las fuentes de enriquecimiento, pero en el orden de los frutos de la tierra. A la economía del cacao, del tabaco, de los cueros y del sebo antiguo, se sumaron progresivamente el añil, el café, el algodón, la caña, la madera, etc., sin que hubiese crisis como la producida desde 1922, al aparecer el generoso petróleo(…) Fue mucho el dinero que vino de fuera, pero inmediatamente ocurrió el proceso de retorno. De esto no se hizo a tiempo cata y cala. Apenas en años recientes hemos advertido cómo hacemos el juego del presunto rico que endosa al mismo librador el jugoso cheque con que paga deudas de nueva urgencia. Nosotros no hemos hecho sino devolver a los países del capitalismo industrial el dinero que nos pagan por nuestro aceite. Y ello en razón de que no aprovechamos oportunamente la marejada de los millones para buscar de hacer con ellos más fecundas las fuentes de nuestra producción doméstica(…) Este libro hubiera podido ser más extenso. Quedan por tratar diversos temas agrícolas y se dejan en silencio viciados procedimientos que perjudican los intereses del hombre de campo.( La introducción de moscabados de Cuba, con perjuicio de los papeloneros criollos; la importación sin condiciones de frutos que produce el país; el régimen de compra del café por el Banco Agrícola y Pecuario; los permisos caprichosos dentro del convenio para la entrada de la harina; la importación por particulares de artículos, como la leche en polvo, que deberían ser monopolio del Estado, para su venta a más bajos precios). Toda esta política de cupos, precios y aduanas, podría haber sido tratada en este libro; más mi empeño se redujo sólo a presentar la suficiencia antigua como fondo de contraste para el abandono en que han caído nuestras actividades rurales. Con alabar los frutos de la tierra, he querido alabar al sufrido, alegre y bondadoso hombre que la trabaja. Mi empeño ha sido simplemente pintar el drama sombrío de nuestro suelo sin alegría, en espera de que algún día reverdezca en él la plenitud de la esperanza creadora”.
Angustiado, nos reclama don Mario:“ Mirar hacia una tierra que pierde, por el abandono, su alegría salvadora. Lo que nos da su entraña opulenta, convertirlo en riego, en máquinas y abonos que hagan cuajar y multiplicar las diversas cosechas con que abastezcan las industrias y mercados. Nuestro petróleo y nuestro hierro, retornarlos a la tierra en ferrocarriles, en diques, en tractores, en molinos que aumenten la verdura de un suelo que pierde, por la sed y el abandono, la alegría antigua. La alegría antigua de las tierras cultivadas por hombres libres”.( Mario Briceño- Iragorry, Alegría de la tierra. Pequeña apología de nuestra agricultura antigua. Edición especial de la Procuradoría Agraria Nacional, Caracas, 1988).
Con respecto al cambio de hábitos y de costumbres, habla José Rafael Lovera:
“ Nuestra quebrantada tradición alimentaria pareciera desaparecer a paso veloz, lo ha venido haciendo en las últimas tres décadas … A comienzos del proceso de cambio cultural, allá por los años cuarenta, se percibía ya la invasión avasalladora de los hábitos foráneos. El país pasaba de agropecuario a petrolero y con ese tránsito iniciaba el debilitamiento gradual de nuestras costumbres. Fuimos quizás demasiado abiertos y nuestras circunstancias socio-económicas nos hicieron presa fácil de una cautividad cultural que donde se ilustra con mayor fuerza es en el género de vida y particularmente en la alimentación(…) Desde finales de la década de los cuarenta, consolidada la paz mundial, se produjo una avalancha de exportaciones norteamericanas, que penetró nuestro mercado, gracias a poder adquisitivo que nos daba el negocio petrolero. Con los artefactos de uso doméstico y los alimentos vino el“ American Way of Life”, cuya opulencia y eficacia exaltadas por la naciente publicidad y por el estrechamiento de las relaciones comerciales, trajeron su rápida difusión. Las gaseosas, los congelados, los enlatados y el“ fast food”, cuyo pionero fue el“ perro caliente”, comienzan a adquirir popularidad(…) Necesitamos solucionar la angustia que genera en nosotros la reiterada noticia de que nuestra dependencia del exterior en materia de alimentos ha llegado a un porcentaje alarmante. ¿ Es que acaso esa dependencia no tiene, en alguna medida su fuente en alguna cautividad cultural, que nos hace mirar como imprescindibles, elementos de un régimen alimentario que nos ha sido impuesto, que no corresponde a nuestras tradiciones?”( José Rafael Lovera, Justificación Liminar, en Geografía Gastronómica Venezolana de Ramón David León, Línea Editores, Colección Yantares, Caracas, 1984)
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