Como agua para chocolate
Laura Esquivel
misma. Cuando trataban de fijar la fecha de boda, Tita se enteró de los deseos de John de
posponerla un poco para así poder viajar al norte de Estados Unidos para traer a la única tía
que le quedaba y que quería estuviera presente en la ceremonia. Esto representaba un grave
problema para Tita: ella deseaba irse lo más pronto posible del rancho y de la cercanía de
Pedro.
El compromiso quedó formalizado cuando John le hizo entrega a Tita de un hermoso anillo
de brillantes. Tita observó largamente cómo lucía en su mano. Los destellos que se
desprendían de él la hicieron recordar el fulgor en los ojos de Pedro momentos antes, cuando
la miraba desnuda, y vino a su mente un poema otomí que Nacha le había enseñado de niña:
En la gota de rocío brilla el sol
la gota de rocío se seca
en mis ojos, los míos, brillas tú
yo, yo vivo...
Rosaura se enterneció al ver en los ojos de su hermana lágrimas que ella interpretó como
de felicidad y se sintió un poco aliviada de la culpa que algunas veces la atormentaba por
haberse casado con el novio de Tita. Entonces, muy entusiasmada, les repartió a todos copas
con champaña y los invitó a brindar por la felicidad de los novios.. Al hacerlo, los cuatro
reunidos en el centro de la sala, Pedro golpeó su copa con la de los demás con tal fuerza que
la rompió en mil pedazos y el liquido de las otras los salpicó en el rostro y la ropa.
Entre el desconcierto reinante fue una bendición que en ese momento Chencha apareciera
y pronunciara las mágicas palabras de: «la cena está servida». Este anuncio les proporcionó a
los presentes la serenidad y el espíritu que el momento ameritaba y que estuvieron a punto
de perder. Cuando se habla de comer, hecho por demás importante, sólo los necios o los
enfermos no le dan el interés que merece. Y como éste no era el caso, mostrando buen humor
todos se dirigieron al comedor.
Durante la cena todo fue más fácil, gracias a las graciosas intervenciones de Chencha
mientras servía. La comida no fue tan deleitosa como en otras ocasiones, tal vez porque el
mal humor acompañó a Tita mientras la preparaba, pero no se podía decir tampoco que
estuviera desagradable. El champandongo es un platillo de un sabor tan refinado que ningún
mal temperamento puede ponerse a su altura y alterarle el gusto. Al terminar, Tita acompañó
a John a la puerta y ahí se dieron un largo beso como despedida. Al día siguiente John
pensaba salir de viaje, para estar de vuelta lo más pronto posible.
De regreso en la cocina, Tita mandó a Chencha a limpiar la habitación y el colchón donde
desde ahora viviría con jesús, su esposo, no sin antes agradecerle su gran ayuda. Era
necesario que antes de meterse en la cama se cercioraran que no se iban a encontrar con la
indeseable presencia de chinches en el cuarto. La última sirvienta que durmió ahí la había
dejado infestada de estos animalejos y Tita no lo había podido desinfectar por el intenso
trabajo que se les había venido encima con el nacimiento de la niña de Rosaura.
El mejor método para erradicarlas es mezclar un vaso de espíritu de vino, media onza de
esencia de trementina y media de alcanfor en polvo. Esta preparación se unta en los sitios
donde hay chinches y las hace desaparecer por completo.
Tita, después de recoger la cocina, empezó a guardar trastes y ollas en su lugar. Aún no.
tenia sueño y mejor aprovechaba el tiempo en eso que dando vueltas en la cama.
Experimentaba una serie de sentimientos encontrados y la mejor manera de ordenarlos
dentro de su cabeza era poniendo primero en orden la cocina. Tomó una gran cazuela de
barro y la llevó a guardar al ahora cuarto de los triques, antes cuarto oscuro. A la muerte de
Mamá Elena vieron que ya nadie lo pensaba utilizar como lugar para bañarse, pues todos
preferían hacerlo en la regadera y tratando de darle alguna utilidad lo convirtieron en el
cuarto de los trebejos.
61