Comentario texto_ Nietzsche, F. (1873) Sobre verdad y mentira Comentario_Nietzsche, F._Sobre verdad y menti | Page 14
2.1.6. Los conceptos no son más que generalizaciones (líneas 162-199)
-Este epígrafe bien pudiera parecer una relectura de Aristóteles, pero no lo es. Nietzsche
al obviar la importancia de los principios de identidad y no contradicción -no sólo para
representar lo análogo o lo semejante, sino para deducir por oposición lo desemejante-
como principios intrínsecos del propio lenguaje (estructuralismo); considera que los
conceptos son reductivistas y cercenan lo verdaderamente real, que es lo
vivenciado e individualísimo, el flujo infinito de sensaciones a las que se reduce la
relación del sujeto con el mundo. Los conceptos proceden de generalizaciones que
marginan las características individuales de los sujetos a los que se refieren. Es posible
que en el plano de la sensación Nietzsche proceda como la ciencia del siglo XX,
creyendo que puede existir la sensación desnuda o la sensación pura (que en el caso de
la ciencia sería el dato) y le atribuya a ésta las cualidades de la “cosa en sí”,
convirtiéndose en “noúmeno fluyente”.
-Los conceptos son una especie de comodines que tienen que ir encajando en
distintos conjuntos de experiencias comunes, lo que vendría ser una especie de
“teoría de conjuntos experiencial o senso-cultural”. Proceden de la equiparación de
casos no idénticos y este “vicio inductivo” desemboca en la creación de arquetipos o
formas que se presumen universales, pero que al igual que las tautologías, no remiten a
esencia alguna por el polo ideal, que no sea el conjunto de experiencias del que
proceden. Las formas no son más que vicios de la razón, que se empeña
mecánicamente en unificar y sintetizar, en aplicarle a la experiencia este
mecanismo viciado.
-Como consecuencia, no hay tampoco arquetipo moral ni valor universal posible
más allá de los usos convencionales de las distintas culturas, por lo que tendría tan
poco sentido hablar de honestidad como de “derechos humanos”. Por analogía, el
valor es la reproducción de este mecanismo viciado de la razón aplicado a la moral,
la manía gnoseológica de reducir y unificar, de esquematizar: no sabemos nada de
la “honestidad”, solo de acciones honestas individuales, pero sólo son honestas según
los usos sociales convenidos que un conjunto de individuos establezca; es decir, por
más honestamente que pudiera actuar alguien, paradójicamente, pudiera ser, que si no
conviene a ningún uso social de ninguna cultural del planeta, no se le pueda aplicar ese
adjetivo, habría que inventar otro; y creo que en ese aspecto ético-lingüístico de crear
neologismos, Nietzsche no tendría ningún inconveniente.
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