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Como yo te amo, ¿nadie te amará?

Nos pasamos la vida hablando del amor, lamentando, buscando, esperando y más especialmente ahora en febrero, cuando la publicidad nos inunda de corazones, osos de peluche y bombones. Pero, ¿quién sabe qué es realmente? ¿Cómo lo podemos identificar?

Muchas veces ni las personas que afirman tenerlo parecen saber qué es o dónde está; en solución a esto, muchos han sido los intentos de aproximación, tanto por parte de la cultura popular y el refranero como por parte de la psicología y la biología. Podemos encontrarnos con afirmaciones que van desde las más comunes y desacertadas (“el amor es ciego”, “el amor todo lo puede”) hasta las más científicas y cenizas que desglosan el amor en una serie de componentes a trabajar y rellenar, más parecidos a una lista de la compra, o a una receta para obtener una reacción química de lo menos romántica.

Es difícil encontrar un punto en este espectro donde, sin renunciar al romanticismo del amor, evitemos dejarnos influenciar por las frases hechas que lo convierten en algo tóxico y doloroso, sin embargo, es más fácil gracias a nuestras experiencias decir con certeza lo que el amor NO es, con el fin de protegernos a nosotros mismos.

Podemos decir sin miedo a equivocarnos, que lo que no es el amor es “encontrar a tu media naranja” lo que nos limita a encontrar a esa única persona que todo lo puede y todo lo debe, poniendo unas expectativas inalcanzables para la mayoría de los mortales. Esto además nos lleva a considerarnos como la mitad de un todo que estamos obligados a buscar si no queremos quedarnos como algo inacabado o incompleto. ¿Necesitamos a alguien más para ser un todo? ¿No podemos ser un ser completo que se une a otro ser completo?

A lo largo de la historia, en el arte encontramos el mejor acercamiento al amor, y en concreto en la actualidad, en la música hay afirmaciones que no hablan de amor sino de dolor que, aunque habrá quien difiera, NO ES LO MISMO. ¿Quién quiere amor, si en lo que nos convierte es en “nada, en una gota de lluvia mojando mi cara”?; y ¿quién quiere amor si eso significa ser “toda, de arriba abajo, toda, entera y tuya toda” o si eso me hace “estar colgando en las manos” de nadie?

En otras muchas nos hacen pensar que lo que necesitamos es a esa única persona y que sin ella no habrá más, independientemente de cómo nos trate ya que “ella y ella y ella y solamente ella, hace que tu alma se despierte con luz” y por tanto “yo sí, si dependo de ti y si me quedas tú, me queda la vida”, LA VIDA, claro, porque sin esa única persona mueres, “mueres por abrazarla y que te abrace tan fuerte y mueres por divertirle y que te bese cuando despiertes”. Eso o quedarte “sola, sola en el olvido, sola en el muelle de San Blas”, como una loca que no tiene nada más que hacer, que esperar a su amor en un banco en el andén como la pobre de Penélope.

Aunque no lleguemos a una conclusión sobre que es el amor, sí podemos asegurar que no es eso que debe hacernos daño; eso que debe ser difícil sino algo placentero sin pretender que sea la panacea de todo lo malo. Porque a pesar de que de por ti la vida entera, un rato cada día, te engañaría con cualquiera te cambiaría por cualquiera.

Pablo Lorenzo Ruiz de la Torre

Psicólogo General Sanitario

Experto en Terapia Sexual

y de Pareja

Col. M-34237

Pablo.lort@cop.es