CLEU - AUTOFALSIFICACION O FALSIFICACION POR DISIMULO | Page 64

JULIO - SEPTIEMBRE 2019 62 VISIÓN CRIMINOLÓ GICA-CRIMINALÍSTICA o más problemas de conducta, estos lugares pueden ser desde barrios, casas, comercios, parques etc. En tercer lugar, ciertas personas o grupos de personas pueden ser más comunes a pre- sentarse en incidentes delictivos, ya sea como víctimas o como delincuentes, de esta manera y considerando los puntos ante- riores, existirán incidentes donde se involucren una o más conductas “Criminología problemáticas en uno o más lugares y estos pueden atribuirse al actuar ambiental” de personas específicas como: pan- dillas, una persona en específico, un grupo de alcohólicos, etc., al mismo tiempo también es posible que estos incidentes afecten a un grupo específico como los re- sidentes de un barrio, niños, ancianos, mujeres, etc., por último, existen tiempos más comunes para que se presentes estos in- cidentes, considerando por ejemplo períodos vacacionales, las horas pico de tráfico vehicular, las horas de cierre de bares o discotecas, etc. En este caso el triángulo del delito busca agrupar los inci- dentes delictivos en estas cuatro áreas, tomando en cuenta que no existe una distribución uniforme en el tiempo, lugar o personas involucradas en los incidentes, pero si características comunes entre estos, por lo tanto, se puede inferir, que los mis- mos delincuentes atacan repetidamente, diferentes objetivos en diferentes lugares; que las mismas víctimas son atacadas por diferentes delincuentes en diferentes lugares; y por último que en ciertos lugares (hot-spots), actúan al mismo tiempo diferentes delincuentes en contra de diferentes objetivos. Esta teoría está estrechamente relacionada con las activida- des rutinarias y con la TER, ya que con respecto a la primera se considera que los cambios sociales estructurales que propician un cambio en las actividades rutinarias de la población, aumen- tan las oportunidades y por consiguiente la presencia de un de- lincuente motivado, al mismo tiempo los objetivos se vuelven más adecuados, ya que los bienes son más fáciles de trasladar, más ligeros y más visibles y se presenta una ausencia de vigi- lancia tanto formal como informal. Y respecto a la TER, cuando un sujeto reduce sus impulsos en orden de planear su próxima actividad criminal, está operando motivacionalmente sobre el ambiente, es decir necesita un refuerzo, en este caso el ambien- te que debe ser idóneo para la conducta que planea realizar, por lo tanto, se considera que está tomando una decisión racional de elegir un objetivo viable. Tieghi (2004). Como último punto sobre la teoría del triángulo del delito, hay que considerar a lo que se refiere por control formal e informal, según Garrido et al. El control informal es: “el que ejercen las personas que tienen encomendada la tarea de vigilancia, la se- guridad o el control como actividad profesional”, esto se refiere a los agentes del Estado encargados de esta actividad, como los cuerpos de policía, fiscalías investigadoras, jueces y agen- tes correccionales etc. Y también a los elementos de seguridad privada. El control informal, por su parte es aquel que puede ejercer cualquier persona, sin que su actividad profesional sea el de la seguridad y vigilancia; de acuerdo con Garrido et al, el control informal puede en muchas ocasiones ser más efectivo que el control formal, ya que en muchas comunidades el acudir a la policía es el último recurso debido a que los ciudadanos aspiran a resolver los conflictos de ma- nera personal o no tiene la confianza suficiente en sus autoridades. De esta manera podemos ver que el control infor- mal es mucho más activo y eficaz que el control formal, al aumentar el número de potenciales personas que pueden intervenir en ciertos incidentes, es por esto por lo que el control informal es un excelente método para la prevención de la delincuencia y una fuente de infor- mación valiosa sobre la manera de mejorar el ambien- te físico para dificultar el delito. Por último, como trata de demostrar esta teoría, la ausencia de uno de estos elementos (delincuente mo- tivado, objeto o víctima óptimo, falta de control formal o informal), es suficiente para prevenir el delito; en caso contrario la convergencia de estos factores ocasionará un aumento en las tasas de criminalidad. Prevención situacional Si bien, ya se habló de la prevención situacional, como corriente criminológica, ahora se hablará de los con- ceptos que la integran como modelo de intervención para prevenir el delito; según Felson & Clarke (1993) la prevención situacional consiste en: “un análisis de las circunstancias que vienen a generar tipos específicos de delitos, la prevención situacional introduce un cam- bio distintivo en la gestión del entorno que pretende hacer más difícil y arriesgada, la comisión de hechos delictivos y, también, que el hecho de cometer el delito reporte (al delincuente) menos beneficios y le sea más difícilmente excusable” Lo anterior se logra analizando las oportunidades presentes en momentos dados, que facilitan o exhor- tan la comisión de delitos; de acuerdo con Moliné & Larrauri (2001), existen cinco formas para reducir las oportunidades de cometer delitos: • Incrementar el esfuerzo necesario por parte del delin- cuente para concretar el delito, esto puede lograrse por medio de diversas estrategias aplicadas al contex- to específico, como el control de accesos, en el caso de locales comerciales, con el uso de recepcionistas, o sistemas de acceso con contraseñas, en el caso de casas-habitación con el endurecimiento de los blancos utilizando candados, alarmas, rejas de acceso, etc. Es también posible la desviación de vialidades o el uso de toques de queda, así como la restricción de elementos que faciliten el delito, como la venta de armas de fuego y elementos peligros como navajas etc. • Reducir la recompensa, es decir las ganancias perci- bidas, o la rentabilidad esperada del delito, por medio del desplazamiento de objetivos como el efectivo en