Que tu alegría perdure
sus climas estériles y sus miradas asépticas
(exceptuando los momentos de candor que
mencionaba en Que tu alegría perdure)
La película de Côté tiene otro vuelo, aun así
comparte con las otras dos ese particular
determinismo que resulta de filmar personas que
bien podrían ser otras y el resultado de la película
sería el mismo. Con distintos grados de timidez a
la hora de enunciar ideas, las tres usan una puesta
en escena mecánica, que deja en su paso el retrato
superficial de un montón de figuras humanas.
Volviendo una vez más a la batalla simbólica
sobre la que me advertía mi amigo, las tres
películas son puntas de lanza para el bando de la
resistencia, por la forma en la que son construidas
y los procedimientos que utilizan. Son prestigiosas
en el mundo en el que se mueven, el mundo
semi-cerrado de los festivales de cine: Sacro Gra
ganó el premio mayor del Festival de Venecia, De
golfo a golfo viene con la bendición de Jean-Pierre
Rehm, el gurú del documental contemporáneo;
Que tu alegría perdure tuvo su estreno mundial
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nada menos que en el Festival de Berlín. Con
semejantes galones uno espera otra cosa de estas
películas, un salto de calidad con respecto al
estándar.
A la hora de pensar y disfrutar el cine, encuentro
tanto valor en propuestas tan distintas entre sí
como la de Enemigos Públicos de Michael Mann,
que sale desde el centro de la industria yanqui y no
tiene un solo plano que dure más de cuatro
segundos; y en los planos secuencia interminables
de Béla Tarr. Viendo los espacios que ocupan
algunas películas en festivales importantes (sea
BAFICI, sea FICUNAM, sea FIDMarseille)
pienso en otro efecto desagradable de la división
de bandos: se sobredimensionan películas como
resultado de la confusión que genera entender los
procedimientos como si fueran logros estéticos por
sí mismos. O peor, lo que existe es una entendible
pero poco sana defensa corporativa. En ese
momento tomo distancia del conflicto. Lo que
mata al cine es la indiferencia. ██