mundo y sociedad
Pero seguía sin saber que vos estabas dentro de mí, que mi desordenada, compulsiva e irrefrenable forma de comer y la reacción externa de mi cuerpo la manejabas vos, que estabas apoderada de mí.
Entonces los grupos de autoayuda, ellos te desnudaron ante mí, ese grupo de desconocidos, que ya te conocían hacía mucho tiempo, te expusieron y me explicaron cómo tratarte, cómo engañarte, cómo seducirte. Y en ese juego de amantes despechados, a veces me sometés a tus frivolidades, te tomás el trabajo cotidiano de cautivarme, pero el grupo me convence de dejarte, de ponerme de novio con la vida, para disfrutarme yo y a todos los que me rodean, que en realidad no tengo que modificar mi relación con mis entornos, que tengo que modificar mi relación con vos, sobrellevar tu perversa relación conmigo que estarás siempre dentro de mí.
Existe en el relato una experiencia personal que, desde una declaración honesta y sincera, al afectado, le hace saber a esa intrusa oculta que él comienza a reconocerla
Ahora, ¿qué es lo que moviliza a este afectado a descubrir que tiene una relación enfermiza, y a partir de su descubrimiento tomar la decisión de tratar de llevarse lo mejor posible con esa afección?
¿Es la actitud de comenzar a tomar una relación saludable con su cuerpo?
¿Es la necesidad de sentirse aceptado con el afuera que lo rechazo?
¿Es acaso su interior disconforme con su imagen estética?
¿Es su propia aceptación de los estándares establecidos de talles, modas, miradas exteriores?
Socialmente, la relación con la obesidad o gordura genera una especie de amor/odio donde se rechaza la imagen con sobrepeso, pero se ama el consumo desmedido de los alimentos que la producen, se observa en todas las sociedades y culturas. Vemos que las celebraciones se hacen entorno de los alimentos y también la comida cotidiana pierde su objetivo de alimento nutritivo y es transformada tanto por la publicidad y los mismos consumidores en actos afectivos, festivos, generadores de felicidad y complementos indispensables para la satisfacción personal y el refugio para esconder la falta de logros personales.
También la tristeza y la depresión pueden llevar a un obeso al consumo desmedido de alimentos y bebidas, formando un círculo vicioso que se empeora si la persona ha tenido información o conocimiento parcial de su afección.
Es entonces donde los mitos sociales comienzan a instalarse, tanto en las mentes de los afectados, como en la incomprensión de amigos y familiares que recomiendan el cuidado extremo o el descuido bondadoso del “vos ya estás bien” o el “¿un poquito que te va a hacer?”, sumado a comentarios como: “vos sos grandote” o “¿para quién te estás cuidando?, a mí me gustas de cualquier forma”.
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