C(H)ARÁCTER
embargo los gnomos estaban nerviosos, pues sabían que para
rescatar a Melquies tendrían que pasar por muchos peligros.
Llagaron a una gigantesca entrada, como el medio círculo que se
formó debajo de un puente, donde por fin había un filtro para apagar
el agua. Acordaron buscar al mago sin descansar ni por un momento,
e iban al trote recorriendo extensos corredores y pasadizos
alumbrados sin ninguna ruta fija, guiándose únicamente por el
instinto. Finalmente, luego de trotar cerca de 30 minutos llegaron a
una amplia puerta de madera con chapas de hierro forjado,
custodiada por cuatro mouras. Al verlos, las mujeres “soldados” los
atestaron de preguntas como ¿Quiénes son ustedes?, ¿Cómo
llegaron?, ¿Con quién vienen? o cosas por el estilo. Sin tener nada
planeado, Osldad gritó secamente: –¡¡Ataquen!!- abalanzándose
contra una de las mujeres. Mirtle reaccionó sin pensar, lanzando una
inmensa ráfaga de fuego para confundir y debilitar a las mouras. Los
otros dos gnomos tomaron algunos palos de madera y atacaron sin
clemencia a sus enemigos del alma. Todas las mouras cayeron frente
el inminente asalto del grupo de los gnomos. Todas menos una que
estaba a punto de lanzar una lanza hacia Skrítek. Juan la vio e
inmediatamente se sacó un zapato para lanzárselo; y aunque la
acción de Juan fue inmediata, la lanza estaba entrando en el vital
cuerpo de Skrítek, cuando el zapato impactó en la cara de la moura.
Juan corrió sin entender lo que pasaba y se abalanzó como loco
sobre la mujer, atacándole con mordisco de rabia, puños de lamento
y patadas de lamento al ver a Skrítek atravesado. Finalmente logró
aturdirla.
Todos rodeaban al gnomo que aún tenía un hálito de vida en sus
manos, intentando hacer todo lo posible por salvarlo. Al acabar su
ataque, Juan corrió sollozando hacia Skrítek. Gritaba –No te mueras,
te vamos a salvar, no te preocupes, No cierres los ojos, ¡Por Favor,
no te mueras!- pero el pobre gnomo sólo logró decir débil y
temblorosamente –Salven al reino por mi memoria, por favor acaben
la misión-. Luego de decir esto, Skrítek cerró definitivamente los ojos
y dejó de respirar. Sin embargo su sonrisa de entusiasmo y
serenidad nunca se borró de su apacible rostro.
Todos estaban tristes pero dispuestos a cumplir el deseo de Skrítek y
continuar con la misión; sin embargo Juan lloraba y se aferraba al
frio cuerpo del fallecido gnomo, mientras todos lo halaban para que
continuaran con la misión. En secreto Osldad le dijo al otro gnomo,
Skiold, que esa era la magnífica virtud de los seres humanos,
amaban y sentían de verdad, con el corazón; los humanos son seres
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