C(H)ARÁCTER
Observaba tristemente a sus primos y hermanos practicando fútbol,
repletos de barro, pero con una sonrisa que denotaba una alegría sin
medida. De igual manera, veía a sus padres poniéndose al corriente
con los abuelos, hablando de política, del miedo a la guerrilla y demás;
el encuentro familiar contentaba a todos, a todos menos a él, que
estaba solo en su gigantesca, y nostálgicamente solitaria habitación.
Leyendo poco a poco se fue haciendo de noche, y a la par, Juan se
fue quedando dormido con lágrimas en los ojos, mientras escuchaba
levemente quejas de sus padres, pues enfrentamientos entre
guerrilleros y militares habían dejado centen ares de muertos; que
habían asesinado a un allegado de la familia por robarle un celular en
la calle y que el gobierno estaba destruyendo el país entero. También
veía en la habitación de al lado a sus primos y a sus hermanos
bebiendo chocolate caliente y poniéndose al día de los partidos de
fútbol, el colegio y las chicas que les gustaban.
Mientras lentamente se le cerraban los ojos, se sintió observado desde
afuera; corrió rápidamente a la ventana y descubrió que estaba
ligeramente empañada, como si alguien estuviera respirando con la
cara apoyada en ella. Abrió la ventana y sacó la cabeza a ver si
descubría al mirón, pero todo estaba igual: algunos sapos a un lado,
un perro durmiendo y el gnomo que supuestamente cuidaba la finca.
A Juan se le ocurrió ocultar un gran balde circular en el techo de la
casa y amarrarlo a una larga cuerda de nylon, que al otro extremo
quedara al alcance de su mano, por si volvía el observador. Volvió a
leer con la concentración dividida entre su maravilloso libro de cuentos
fantásticos y la ventana. Como por coincidencia Juan empezó a leer
un capítulo sobre gnomos, decía que “los gnomos son enanos
fantásticos del reino de la Tierra, en cuyas entrañas moran, trabajando
en minas, custodiando tesoros subterráneos y cuidando de los metales
y piedras preciosas“ y al pie de la explicación había una imagen de un
pequeño gnomo. Juan se sorprendía al ver que era similar al gnomo
que cuidaba la finca; con gorro rojo puntiagudo, túnica azul hasta las
rodillas, y un pantalón verde bastante ajustado.
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Con los ojos entre cerrados por la sorpresa escuchó como si algo se
deslizara en la ventana de su habitación. Intento mirar lentamente sin
llamar la atención y logró ver una pequeña cabeza adornada con un
puntiagudo gorro rojo. Haló rápidamente del nylon y el balde cayó de
sopetón. Angustiado y entusiasmado Juan corrió fuera de su
habitación a recoger el contenido del balde, y su boca formó una
gigantesca sonrisa al ver que el gnomo cuidador no se encontraba en
la entrada, ¡había desaparecido! Fue alegre al balde, que se