C(H)ARÁCTER
gran pantera hambrienta. Intentó oír la orquesta de los pájaros, pero todos
estaban inmóviles intentando disimular su presencia ante el fiero animal.
Aun como pantera, Sasha lloraba sin consuelo porque disfrutaba sobremanera
conectarse con su entorno, escuchar y responder a lo que los animales decían y
ayudar a la naturaleza como pudiera. Pero ahora estaba solo y no sabía qué
hacer. Decidió regresar a la aldea para intentar buscar consejo en su madre en el
Tayelé. Estaba apurado y entró corriendo, pero por el tamaño de su nuevo cuerpo
espantó a los niños pequeños que corrieron a esconderse.
Llegó hasta donde se encontraban las mujeres trabajando en orfebrería. Al llegar
todos miraron extrañadas al animal, sin miedo, porque ellos convivían con sus
hermanos animales. Sin embargo totalmente entusiasmado, Sasha bramó por
ayuda, pero sólo puedo concebir un aterrador rugido que espantó a todas las
mujeres (incluida su madre) que lo miraba extrañada desde lejos directo a los
ojos.
Al poco tiempo llegaron los guerreros que lo persiguieron con lanzas y gritos.
Sasha se espantó, corrió y se alejó lo más rápido posible.
Oscureció y llovía sin clemencia, se tuvo que ocultar debajo de un gran bosque
que solo contenía árboles similares. Los arboles Algarrobillo. Mientras lloraba e
intentaba pensar, se dio cuenta de que había un árbol gigantesco, muy grueso y
tremendamente alto, justo en la mitad del bosque. Vio que todos los árboles se
conectaban en distintas cantidades y formas al árbol principal. Habían arboles
pequeños, arboles medianos y arboles grandes; sin embargo todos se unían al
gigantesco, que al parecer les daba fuerza.
Sasha comprendió lo que sucedía, se dio cuenta de que los árboles eran como su
tribu, había diferentes clases de árboles al igual que mucha variedad de
personas, pero todas se conectaban con el gran árbol del centro que les daba
unión y fuerzas para mantenerse a pesar de las lluvias;
los arboles estaban juntos al igual que su tribu. Vio que el gran árbol era el jefe
de jefes, el Tayelé, que debía guiar a su pueblo para mantenerse siempre a salvo.
Sin embargo ahora él era una pantera que solo lloró y lloró hasta que se durmió.
Lo despertó su madre en la cueva donde había estado quemando el Yahvé;
Sasha pensó que la iba a espantar, pero ella lo llamo rápida y calmadamente. Le
conto que el campeonato estaba por empezar. Sasha confundido corrió al rio y vio
su cara, una cara de hombre, no de muchacho si no del hombre que era ahora.
Corrió extrañado pero sin dudar que si iba a participar en el concurso. Luego de
días de batallas mentales, luchas de cuerpo a cuerpo, deportes extremos y
votaciones del pueblo, el anterior monarca lo nombro Tayelé de Latirawa-Sendi.
Sasha fue un buen monarca y logró que todas sus tribus aledañas su unieran a su
pueblo. Logro mantener la paz en la tribu del silencio y se mantuvo con el poder
hasta su vejez cuando decidió poner en concurso el poder. Siempre sostuvo que
debían vivir ocultos del exterior, lo supuso como una corazonada, y en su vejez
recibió viajeros de otras tribus que huían de una masacre de “dioses de hierros
que habían llegado desde el mar, pero que habían sometido a sus tribus”.
Siempre que alguien se acercaba toda la tribu se ocultaba bajo su mayor
capacidad, el silencio. Eran prácticamente invisibles, y aunque por Latirawa-Sendi
pasaron varias veces seres altos y rubios, nunca lograron encontrar el paradero
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