C(h)arácter Vol 2 May-June 2013 | Page 106

C(H)ARÁCTER gran pantera hambrienta. Intentó oír la orquesta de los pájaros, pero todos estaban inmóviles intentando disimular su presencia ante el fiero animal. Aun como pantera, Sasha lloraba sin consuelo porque disfrutaba sobremanera conectarse con su entorno, escuchar y responder a lo que los animales decían y ayudar a la naturaleza como pudiera. Pero ahora estaba solo y no sabía qué hacer. Decidió regresar a la aldea para intentar buscar consejo en su madre en el Tayelé. Estaba apurado y entró corriendo, pero por el tamaño de su nuevo cuerpo espantó a los niños pequeños que corrieron a esconderse. Llegó hasta donde se encontraban las mujeres trabajando en orfebrería. Al llegar todos miraron extrañadas al animal, sin miedo, porque ellos convivían con sus hermanos animales. Sin embargo totalmente entusiasmado, Sasha bramó por ayuda, pero sólo puedo concebir un aterrador rugido que espantó a todas las mujeres (incluida su madre) que lo miraba extrañada desde lejos directo a los ojos. Al poco tiempo llegaron los guerreros que lo persiguieron con lanzas y gritos. Sasha se espantó, corrió y se alejó lo más rápido posible. Oscureció y llovía sin clemencia, se tuvo que ocultar debajo de un gran bosque que solo contenía árboles similares. Los arboles Algarrobillo. Mientras lloraba e intentaba pensar, se dio cuenta de que había un árbol gigantesco, muy grueso y tremendamente alto, justo en la mitad del bosque. Vio que todos los árboles se conectaban en distintas cantidades y formas al árbol principal. Habían arboles pequeños, arboles medianos y arboles grandes; sin embargo todos se unían al gigantesco, que al parecer les daba fuerza. Sasha comprendió lo que sucedía, se dio cuenta de que los árboles eran como su tribu, había diferentes clases de árboles al igual que mucha variedad de personas, pero todas se conectaban con el gran árbol del centro que les daba unión y fuerzas para mantenerse a pesar de las lluvias; los arboles estaban juntos al igual que su tribu. Vio que el gran árbol era el jefe de jefes, el Tayelé, que debía guiar a su pueblo para mantenerse siempre a salvo. Sin embargo ahora él era una pantera que solo lloró y lloró hasta que se durmió. Lo despertó su madre en la cueva donde había estado quemando el Yahvé; Sasha pensó que la iba a espantar, pero ella lo llamo rápida y calmadamente. Le conto que el campeonato estaba por empezar. Sasha confundido corrió al rio y vio su cara, una cara de hombre, no de muchacho si no del hombre que era ahora. Corrió extrañado pero sin dudar que si iba a participar en el concurso. Luego de días de batallas mentales, luchas de cuerpo a cuerpo, deportes extremos y votaciones del pueblo, el anterior monarca lo nombro Tayelé de Latirawa-Sendi. Sasha fue un buen monarca y logró que todas sus tribus aledañas su unieran a su pueblo. Logro mantener la paz en la tribu del silencio y se mantuvo con el poder hasta su vejez cuando decidió poner en concurso el poder. Siempre sostuvo que debían vivir ocultos del exterior, lo supuso como una corazonada, y en su vejez recibió viajeros de otras tribus que huían de una masacre de “dioses de hierros que habían llegado desde el mar, pero que habían sometido a sus tribus”. Siempre que alguien se acercaba toda la tribu se ocultaba bajo su mayor capacidad, el silencio. Eran prácticamente invisibles, y aunque por Latirawa-Sendi pasaron varias veces seres altos y rubios, nunca lograron encontrar el paradero 1 06