CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES | Page 75

conejos, dos periquitos, tres canarios, un loro verde, una tortuga, una pecera llena de peces, una jaula de ratones blancos y un estúpido hamster. ¡Yo quiero una ardilla! —Está bien, tesoro —dijo conciliadora la señora Salt—. Mamá te comprará una ardilla en cuanto pueda. —¡Pero yo no quiero cualquier ardilla! —gritó Veruca—. ¡Quiero una ardilla amaestrada! En ese momento el señor Salt, el padre de Veruca, dio un paso adelante. —Muy bien, Wonka —dijo con gesto importante, sacando una cartera llena de dinero—, ¿cuánto quiere por una de esas ridículas ardillas? Diga un precio. —No están a la venta— replicó el señor Wonka—. No puede quedarse con ninguna. —¿Quién dice que no? —gritó Veruca—. ¡Entraré a coger una ahora mismo! —¡No! —dijo rápidamente el señor Wonka, pero llegó demasiado tarde. La niña ya había abierto la puerta y se había metido dentro. En el momento en que entró en la habitación, las cien ardillas dejaron lo que estaban haciendo, volvieron la cabeza y la miraron con sus pequeños ojillos negros. Veruca también se detuvo y las miró a su vez.Entonces sus ojos se posaron en una graciosaardillita que estaba sentada cerca de ella en unextremo de la mesa.La ardilla sostenía una nuez entre sus patas. —Muy bien —dijo Veruca—. ¡Me quedo contigo! Alargó las manos para coger a la ardilla..., pero en el momento de hac