CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES | Page 58

—¡El chocolate más exquisito que he probado nunca! —dijo el abuelo Joe, chasqueando los labios. —Eso es porque ha sido mezclado en una cascada —le dijo el señor Wonka. El barco siguió navegando río abajo. El río se iba volviendo más estrecho. Delante de ellos había una especie de oscuro túnel —un gran túnel redondo que parecía la boca de una inmensa tubería— y el río se dirigía directamente a él ¡Y también el barco! «¡Seguid remando!, gritó el señor Wonka, saltando y agitando su bastón en el aire. «¡A toda marcha!» Y con los Oompa-Loompas remando más de prisa que nunca, el barco se introdujo en el oscurísimo túnel, y todos los pasajeros lanzaron un grito de placer. —¿Cómo pueden saber adónde van? —gritó Violet Beauregarde en la oscuridad. —¡No hay modo de adivinarlo! —gritó el señor Wonka, muriéndose de risa. «¡No hay modo de adivinar Qué rumbo van a tomar! ¡Imposible averiguar Dónde nos van a llevar O el río a desembocar! Ni una luz se ve brillar, ¡El peligro va a llegar! Los remeros a remar Se dedican sin cesar Y, por cierto, sin mostrar Signos de querer cejar...» —¡Ha per dido la cabeza! —gritó uno de los padres, asombrado, y los demás se unieron al coro de aterrados gritos—. ¡Está loco! — gritaban. —¡Está loco! —¡Demente! —¡Pirado! —¡Lunático! —¡Chalado! —¡Tocado! —¡Furioso! —¡Maniático! —¡No, No lo está —dijo el abuelo Joe. —¡Encended las luces! —gritó el señor Wonka. Y de pronto las luces se encendieron, y el túnel entero se iluminó, y Charlie pudo ver que realmente estaban dentro de una gigantesca tubería, y que las grandes paredes curvadas de la tubería eran de un blanco purísimo y estaban inmaculadamente limpias. El río de chocolate fluía a toda velocidad dentro de la tubería, y los Oompa-Loompas remaban como locos, y el