¡Augustus Gloop! ¡Augustus Gloop!
¡No puedes ser tan comilón!
¡No lo debemos permitir!
¡Esto ya no puede seguir!
Tu gula es digna de pavor
,Tu glotonería es tal que inspira horror!
Por mucho que este cerdo viva
Jamás será capaz de dar Siquiera un poco de
alegría
O a sus placeres renunciar
Y por lo tanto lo que haremos
En caso tal es lo siguiente:
La suavidad utilizaremos
Un medio sutil y convincente.
Apresaremos al culpable
Y con un mágico ademán
Haremos de él algo agradable
Que a todo el mundo encantará
Como un juguete, por ejemplo,
Una pelota, un balancín,
Una muñeca o una comba,
Un trompo o un monopatín
.Aunque este niño repugnante
Era tan malo, era tan vil,
Tan comilón y horripilante,
Tan caprichoso e infantil
Que no perdimos un instante
En decidir cuál de sus mil
Vicios era el más importante.
La gula, sí, era el principal
,Por ser pecado capital.
Ya tal vicio, tal castigo.
En eso convendréis, amigos.
¡Ya está! —decidimos—.
Ha llegado el día
De dar a este niño su justo escarmiento.
Le haremos pasar por la tubería
Sin dudarlo siquiera un momento.
Y pronto verá, despavorido,
Que en la sala adonde ha ido
A parar, cosas extrañas
Se suceden. Ni sus mañas
Le ayudarán, llegado allí.
¡Oh, Augustus, pobre de ti!
Mas no hay por qué estar alarmados.
Augustus no será dañado.
Aunque sí hemos de admitir
Que será modificado.
Cambiará de lo que ha sido
Una vez que haya pasado
Por el chocolate hervido.
En el barril, poco a poco,
Las ruedas echan a andar.
Cien cuchillos, c