-Mi sitio no está ya allí, señorito Davy; y si alguna vez ha naufragado un barco desde
que las tinieblas existen sobre la superficie del abismo, es este. Pero no, señorito, no; yo
no quiero abandonarlo, ni mucho menos.
Andamos otro rato en silencio, y después continuó:
-Lo que deseo, señorito, es que esté siempre, día y no che, invierno como ve