Charles Dickens | Page 216

al paso. En resumen, nunca me había encontrado en una reunión de familia tan pacífica, tan soñolienta, tan anticuada y tan amodorrante, y sentí que el efecto que debía producir en todos los que tomaban parte en ella debía de ser el de un fuerte narcótico, excepto, quizá, en el demandante. Satisfecho de la tranquilidad profunda de aquel retiro, declaré a míster Spenlow que ya había visto bastante por aque Ila vez y nos reunimos con mi tía, con la cual pronto dejé las regiones del Tribunal de Doctores. ¡ Ah! ¡ Qué joven me sentí al salir de allí, cuando vi las señas que se hacían los empleados señalándome unos a otros con sus plumas! Llegamos a Lincoln ' s Inn Fields sin nuevas aventuras, excepto el encuentro con un asno enganchado al carrito de un vendedor, que trajo a la memoria de mi tía dolorosos recuerdos. Una vez seguros en casa tuvimos todavía una larga conversación sobre mis proyectos de porvenir, y como sabía que ella tenía ganas de volver a su casa y que, entre el fuego, los comestibles y los ladrones, no pasaba agradablemente ni media hora en Londres, le pedí que no se preocupara por mí y que me dejara desenvolverme solo.-No creas que estoy en Londres desde hace ocho días sin haberme ocupado de tu alojamiento; hay un cuarto amueblado para alquilar en Adelphi que creo puede convenirte por completo. Después de este corto prefacio, sacó del bolsillo un anuncio cuidadosamente recortado de un periódico, en el que decía que se alquilaba en Buckingham Street Adelphi un bonito piso de soltero, amueblado y con vistas al río, muy bien decorado y propio para residencia de un joven. Se podía tomar posesión de él enseguida. Precio, moderado; se alquilaba por meses.-Es precisamente lo que necesito, tía--dije enrojeciendo de placer ante la sola idea de tener una casa para mí solo.-Entonces-dijo mi tía volviendo a ponerse el sombrero, que se acababa de quitar-, vamos a verlo. Salimos. El anuncio decía que había que dirigirse a mistress Crupp, y llamamos a la campanilla de la puerta de servicio suponiendo comunicaría con las habitaciones de aquella señora. Sólo después de llamar varias veces conseguimos persuadir a mistress Crupp de que se pusiera en comunicación con nosotros. Era una señora gruesa, con una falda de franela de volantes debajo de un traje de nanquín.-Deseamos ver las habitaciones que alquila usted, señora--dijo mi tía.- ¿ Para este caballero?--dijo mistress Crupp buscando en su bolsillo las llaves.-Sí; para mi sobrino--dijo mi tía.-Me parece que va a ser precisamente lo que necesita--dijo mistress Crupp. Subimos las escaleras; estaba situado en lo más alto de la casa( punto muy importante para mi tía, pues facilitaba la salida en caso de fuego) y consistía en una habitacioncita oscura como vestíbulo, donde difícilmente podía verse algo; en una antesala completamente oscura, donde no se veía nada en absoluto; en un gabinete y una alcoba. Los muebles estaban bastante viejos, pero para mí eran buenos, y el río pasaba por debajo de las ventanas. Mientras yo lo miraba todo entusiasmado, mi tía y mistress Crupp se retiraron a la antesala para discutir las condiciones. Yo me senté en el sofá del gabinete, no atreviéndome a creer que una residencia tan formal pudiera ser para mí. Después de un singular combate de bastante duración, aparecieron, y vi con alegría en la fisonomía de ambas que era cosa hecha.- ¿ Son los muebles del último huésped?-preguntó mi tía.-Sí señora-dijo mistress Crupp.- ¿ Y qué ha sido de él?-preguntó mi tía.