Su tono y sus miradas expresaban algo que no me resul taba agradable tratándose de
aquel asunto; así es que dije, en tono más grave del que habíamos empleado hasta aquel
momento:
-Es tan virtuosa como bonita, y está prometida en matrimonio al hombre más excelente
y digno. Además, la estimo tanto por su buen sentido como la admiro por su belleza.
-¡Bien dicho! -exclamó