Charles Dickens | Page 192

partes, se hace una especie de criado suyo, pierde exageradamente el apetito y, por último, me explica lo que le pasa. Ahora bien; yo ¡ qué más podía desear que ver a nuestra Emily en buen camino de casarse! ¡ Qué más podía desear que verla prometida a un hombre honrado que pudiera tener el derecho de defenderla! Yo no sé el tiempo que me queda por vivir, ni si tendré que morir pronto; pero sé que si una de estas noches me cogiera un golpe de viento en los bancos de arena de Yarmouth y viera por última vez las luces del pueblo por encima de las olas, me dejaría ir más tranquilo si podía decirme: « Allí en tierra firme hay un hombre que será fiel a mi pequeña Emily, que Dios bendiga, y con él nada tiene que temer de nadie mientras viva ». Míster Peggotty, con sencilla gravedad, movía su brazo derecho como si dijera adiós a las luces de la ciudad por última vez, y después, cambiando una seña con Ham, cuya mirada había encontrado, prosiguió:-Bien. Yo le aconsejé que hablara con Emily. Es lo bastante grande, pero tan tímido como un niño, y no se atrevía. Así es que hablé yo. « ¡ Cómo! ¿ Él?--exclamó Emily-. ¿ Él, a quien conozco desde hace tantos años y a quien quiero como a un hermano? ¡ Oh, tío, nunca podré casarme con él; es tan buen muchacho!» Yo le di un beso, y nada más le dije: « Querida mía, haces muy bien hablando claro, y puedes elegir por ti misma; eres libre como un pajarillo ». Y busqué al chico y le dije: « Yo deseaba haberlo conseguido, pero no ha sido así; sin embargo, podéis seguir viviendo como hasta ahora, y nada más te digo que sigas con ella como siempre y te portes como un hombre ». Él me contestó estrechándome la mano: « Lo haré », y ha sido honrado y fuerte desde hace ya dos años, y ha seguido siendo el mismo de siempre para todos. El rostro de míster Peggotty había variado de expresión según los períodos de su narración; ahora los resumía todos, radiante, dejando caer una mano sobre mi rodilla y otra sobre la de Steerforth( después de haberlas humedecido y restregado para mayor énfasis de la acción); y repartiendo después la siguiente arenga entre los dos, continuó:-Y de pronto una noche( que muy bien puede ser esta) llega la pequeña Emily de su trabajo y él con ella. No tiene nada de particular me dirán, ¡ claro que no!, porque él cuida de ella como un hermano, de noche y también de día, a todas horas. Pero el marinero la coge de la mano al llegar y me grita alegremente: «¡ Mira, aquí tienes a la que va a ser mi mujercita!», y ella dice medio atrevida, medio avergonzada y medio riendo y medio llorando: « Sí, tío, si te parece bien ». ¿ Si me parece bien?-dice míster Peggotty alzando la cabeza en éxtasis ante la idea-. ¡ Dios mío, si no deseaba otra cosa! « Si le parece bien, ahora soy ya más razonable y lo he pensado, y seré todo lo mejor que pueda para él, porque es un muchacho bueno y generoso.» Entonces mistress Gud mige se ha puesto a palmotear igual que en el teatro, y ustedes han entrado; y eso es todo, ya lo saben ustedes-dijo míster Peggotty-. Ustedes han entrado, y esto acaba de suceder ahora mismo, y aquí está el hombre con quien se ha de casar en cuanto termine su aprendizaje. Ham se bamboleó bajo el puñetazo que míster Peggotty le asestó, en su alegría, como signo de confianza y de amistad; pero sintiéndose obligado a decirnos también algo, he aquí lo que se puso a balbucir con mucho trabajo:-No era ella mucho más grande que usted cuando vino aquí por primera vez, señorito Davy..., cuando ya adivinaba yo lo que llegaría a ser.. La he visto crecer.. como una flor, señores. Daría mi vida por ella... ¡ Oh, estoy tan contento, tan contento, señorito Davy! Ella es para mí, caballeros, más que...; es para mí todo lo que deseo y más que... más que podría decir nunca. Yo..., yo la quiero de verdad. No hay caballero sobre la tierra, ni tampoco en el mar... que pueda querer a su mujer más de lo que yo la quiero. Aunque habrá muchos hombres como yo... que dirían mejor.. lo que desearan decir.