aquella mujer extraña que tenía un nombre tan salvaje --dijo mi tía frotándose la nariz,
pues no había perdonado todavía a Peggotty que se llamara así.
-De todo lo que hubieras podido proponerme, tía, es lo que más me gusta --dije.
-Bien -repuso ella-; es una suerte, porque yo también lo deseo mucho. Además, es
natural y lógico que te guste, y estoy convencida de que todo lo que hagas, Trot, será
siempre natural y lógico.
-Así lo espero, tía.
-Tu hermana Betsey Trotwood -dijo mi tía- habría sido la muchacha más razonable del
mundo. Querrás ser digno de ella, ¿no es así?
-Espero ser digno de usted, tía, y eso me basta.
-Cada vez pienso más que es una suerte para tu pobre madre, tan niña, el haber dejado
el mundo -dijo mi tía mirándome con satisfacción-, pues ahora el orgullo de tener un hijo
así le habría trastornado el juicio si le quedara algo. (Mi tía siempre se excusaba de su
debilidad por mí achacándosela a mi pobre madre.) ¡Dios lo bendiga, Trot, cómo me la
recuerdas!
-¿Espero que sea de un modo agradable, tía? -dije.
-¡Se parece tanto a ella, Dick! --continuó miss Betsey con énfasis, Es enteramente igual
a ella en aquella tarde en que la conocí, antes de que nacieras, Trot. ¡Dios de mi corazón,
es exactamente igual, cuando me mira; sus mismos ojos!
-¿De verdad? --dijo mister Dick.
-Y también se parece a David -dijo mi tía con decisión.
-¿Se parece mucho a David? -dijo mister Dick.
-Pero lo que deseo sobre todo, Trot, es que llegues a ser (no me refiero al físico; de
físico estás muy bien) todo un hombre, un hombre enérgico, de voluntad propia, con
resolución -dijo mi tía sacudiendo su puño cerrado hacia mí-, con energía, con carácter,
Trot; con fuerza de voluntad, que no se deje influenciar (excepto por la buena razón) por
nada ni por nadie; ese es mi deseo; eso es lo que tu padre y tu madre necesitaban, y Dios
sabe que si hubieran sido así, mejor les habría ido.
Yo manifesté que esperaba llegar a ser lo que ella deseaba.
-Para que tengas ocasión de obrar un poco por tu cuenta, voy a enviarte solo a ese
pequeño viaje -dijo mi tía-. En el primer momento había pensado que mister Dick fuera
contigo; pero meditándolo bien, prefiero que se quede aquí cuidándome.
Mister Dick pareció por un momento algo desilusionado; pero el honor y la dignidad de
tenerse que quedar cuidando de la mujer más admirable del mundo hizo que volviera la
alegría a su rostro.
-Además -dijo mi tía---, tiene que dedicarse a la Memoria.
-¡Ah!, es cierto ---dijo mister Dick con precipitación-. Estoy decidido, Trotwood, a
terminarla inmediatamente; time que terminarse inmediatamente, para enviarla, ya sabes;
y entonces -dijo mister Dick después de una larga pausa-,y entonces, al freír será el reír
....
A consecuencia de los cariñosos proyectos de mi tía, pronto me vi provisto de dinero y
tiernamente despedido para mi expedición. Al partir, mi tía me dio algunos consejos y
muchos besos, y me dijo que como su objetivo era que tuviese ocasión de ver mundo y de
pensar un poco, me recomendaba que me detuviera algunos días en Londres, si quería, al
it a Sooffolk o al volver; en una palabra, era completamente libre de hacer lo que quisiera
durante tres semanas o un mes, sin otras condiciones que las de reflexionar, ver mundo y
escribirle tres veces por semana teniéndola al corriente de mi vida.
En primer lugar me dirigí a Canterbury para decir adiós a Agnes y a míster Wickfield
(mi antigua habitación en aque lla casa todavía me pertenecía). También quería