Charles Dickens | Page 168

aquella mujer extraña que tenía un nombre tan salvaje --dijo mi tía frotándose la nariz, pues no había perdonado todavía a Peggotty que se llamara así. -De todo lo que hubieras podido proponerme, tía, es lo que más me gusta --dije. -Bien -repuso ella-; es una suerte, porque yo también lo deseo mucho. Además, es natural y lógico que te guste, y estoy convencida de que todo lo que hagas, Trot, será siempre natural y lógico. -Así lo espero, tía. -Tu hermana Betsey Trotwood -dijo mi tía- habría sido la muchacha más razonable del mundo. Querrás ser digno de ella, ¿no es así? -Espero ser digno de usted, tía, y eso me basta. -Cada vez pienso más que es una suerte para tu pobre madre, tan niña, el haber dejado el mundo -dijo mi tía mirándome con satisfacción-, pues ahora el orgullo de tener un hijo así le habría trastornado el juicio si le quedara algo. (Mi tía siempre se excusaba de su debilidad por mí achacándosela a mi pobre madre.) ¡Dios lo bendiga, Trot, cómo me la recuerdas! -¿Espero que sea de un modo agradable, tía? -dije. -¡Se parece tanto a ella, Dick! --continuó miss Betsey con énfasis, Es enteramente igual a ella en aquella tarde en que la conocí, antes de que nacieras, Trot. ¡Dios de mi corazón, es exactamente igual, cuando me mira; sus mismos ojos! -¿De verdad? --dijo mister Dick. -Y también se parece a David -dijo mi tía con decisión. -¿Se parece mucho a David? -dijo mister Dick. -Pero lo que deseo sobre todo, Trot, es que llegues a ser (no me refiero al físico; de físico estás muy bien) todo un hombre, un hombre enérgico, de voluntad propia, con resolución -dijo mi tía sacudiendo su puño cerrado hacia mí-, con energía, con carácter, Trot; con fuerza de voluntad, que no se deje influenciar (excepto por la buena razón) por nada ni por nadie; ese es mi deseo; eso es lo que tu padre y tu madre necesitaban, y Dios sabe que si hubieran sido así, mejor les habría ido. Yo manifesté que esperaba llegar a ser lo que ella deseaba. -Para que tengas ocasión de obrar un poco por tu cuenta, voy a enviarte solo a ese pequeño viaje -dijo mi tía-. En el primer momento había pensado que mister Dick fuera contigo; pero meditándolo bien, prefiero que se quede aquí cuidándome. Mister Dick pareció por un momento algo desilusionado; pero el honor y la dignidad de tenerse que quedar cuidando de la mujer más admirable del mundo hizo que volviera la alegría a su rostro. -Además -dijo mi tía---, tiene que dedicarse a la Memoria. -¡Ah!, es cierto ---dijo mister Dick con precipitación-. Estoy decidido, Trotwood, a terminarla inmediatamente; time que terminarse inmediatamente, para enviarla, ya sabes; y entonces -dijo mister Dick después de una larga pausa-,y entonces, al freír será el reír .... A consecuencia de los cariñosos proyectos de mi tía, pronto me vi provisto de dinero y tiernamente despedido para mi expedición. Al partir, mi tía me dio algunos consejos y muchos besos, y me dijo que como su objetivo era que tuviese ocasión de ver mundo y de pensar un poco, me recomendaba que me detuviera algunos días en Londres, si quería, al it a Sooffolk o al volver; en una palabra, era completamente libre de hacer lo que quisiera durante tres semanas o un mes, sin otras condiciones que las de reflexionar, ver mundo y escribirle tres veces por semana teniéndola al corriente de mi vida. En primer lugar me dirigí a Canterbury para decir adiós a Agnes y a míster Wickfield (mi antigua habitación en aque lla casa todavía me pertenecía). También quería