Charles Dickens | Page 148

-Me parece que fue ayer, Jack-continuó-, cuando eras una criaturita. Copperfield sería mayor que tú cuando cortejabas a Annie detrás de las grosellas en el fondo del jardín.-Mamá-dijo mistress Strong-, ya no te debe importar esto.-Annie, no seas absurda-repuso su madre-. Si te ruborizas al oír estas cosas ahora, que eres toda una señora casada, ¿ cuándo vas a dejar de azorarte al oírlas?- ¡ Vaya, Annie-exclamó Jack Maldon-, vamos!-Sí, John; de hecho una señora madura, aunque no lo sea por la edad; porque ¿ quién me ha oído decir que una muchacha de veinte años sea madura por la edad? Tu prima es la mujer del doctor y como tal la he descrito. Es mejor para ti, John, que tu prima sea la mujer del doctor; has encontrado en él un buen amigo con influencia, que aún será mejor, me atrevo a predecírtelo, si te lo mereces. No es falsa vanidad, pues dudo en admitir francamente que hay algunos miembros de nuestra familia que necesitan un amigo. Tú eras uno de ellos, antes de que la influencia de tu prima te lo hubiese procurado. El doctor, en la bondad de su corazón, movió su mano como para quitarle importancia y ahorrar a Jack Maldon que siguieran insistiendo. Pero mistress Mackleham se cambió a una silla cerca del doctor, y dándole con el abanico en la manga dijo:-No, realmente, mi querido doctor; debe usted dispensarme que me entrometa, porque lo siento tan intensamente, que casi puede llamarse una monomanía. Es como una obsesión. Usted ha sido una bendición para nuestra familia. Usted realmente es nuestra providencia.-Tonterías, tonterías-dijo el doctor.-No, no; dispénseme usted-repuso el Veterano-. Sin nadie presente más que nuestro querido a íntimo amigo míster Wickfield, no puedo consentir que me achiquen; voy a tener que reclamar los privilegios de suegra si siguen ustedes así y reñirles. Soy completamente franca; lo que diga es lo que dije cuando me sorprendió usted tanto la primera vez; ¿ se acuerda usted qué sorprendida estaba cuando pidió la mano de Annie? No porque fuera nada extraordinario el hecho de la petición, sería ridículo decirlo, sino porque usted conoció a su pobre padre y a ella cuando era un bebé de seis meses. No me lo figuraba a usted bajo ese aspecto, ni como novio posible para nadie.- ¡ Ay, ay!-dijo el doctor de buen humor-. Eso no importa.-Pero a mí sí-dijo el Veterano dándole con el abanico en los labios-; me importa mucho recordar estas cosas, que se me pueden discutir si me equivoco. Pues bien, entonces hablé a Annie y le conté lo que había sucedido: « Querida mía, ha venido el doctor Strong, que ha pedido tu mano ». ¿ Hice yo la menor presión? No; le dije: « Mira, Annie; dime la verdad ahora mismo. ¿ Está libre tu corazón?». « Mamá-me contestó llorando-, soy muy joven-lo era realmente- y casi no sé si tengo corazón.» « Entonces, querida mía-le dije-, puedes estar segura de que está libre. De todos modos, el doctor Strong está en una gran inquietud y se le debe contestar. No se le puede tener esperando en ese estado.» « Mamá-me dijo Annie, todavía llorando-, ¿ será desgraciado sin mí? Si fuera a serlo, le respeto y le estimo tanto, que creo que lo aceptaré.» Así fue decidido; y entonces, pero nada más que entonces, le dije a Annie: « El doctor Strong no solamente será tu marido, sino que representará también a tu padre, la cabeza de nuestra familia; representará la sabiduría, el rango, y puede decirse también la fortuna de nuestra familia; en resumen, será nuestra providencia ». Usé esa palabra en aquella ocasión, y hoy la he vuelto a repetir. Si tengo algún mérito, es la constancia. Su hija permanecía silenciosa a inmóvil durante aquel discurso, con los ojos fijos en el suelo; su primo, de pie a su lado y mirando también al suelo. Por fin dijo dulcemente, con voz temblorosa:-Mamá, espero que hayas terminado.