Charles Dickens | Page 144

Me estrechó la mano y me dio un golpe afectuoso en el hombro. Después me dijo que por la noche, cuando tuviera algo que estudiar después de que Agnes se acostara, o si quería leer por gusto, podía bajar a su estudio si él estaba allí y quería hacerlo. Le di las gracias por su bondad, y como él se bajó enseguida y yo no estaba cansado bajé también con un libro en la mano para disfrutar durante media hora del permiso. Pero viendo luz en la habitación redonda y sintiéndome inmediatamente atraído por Uriah Heep, que ejercía una especie de fascinación sobre mí, entré. Le encontré leyendo un gran libro con tal atención, que su dedo huesudo seguía apuntando cada línea y dejando una huella a todo lo largo de la página, como la de un caracol.-Trabaja usted hasta muy tarde esta noche, Uriah-le dije.-Sí, míster Copperfield--dijo Uriah, mientras yo cogía un taburete frente a él para hablarle con más comodidad. Observé que no sabía sonreír; únicamente abría la boca, y se le marcaban dos arrugas duras a cada lado de las mejillas.-No estoy trabajando para el bufete, míster Copperfield-dijo Uriah.- ¿ En qué trabaja entonces?-pregunté.-Estoy estudiando Derecho--dijo Uriah-. En este momento aprendo la práctica de Tidd. ¡ Qué escritor este Tidd, míster Copperfield! Mi taburete era un buen sitio de observación, y le contemplé mientras leía de nuevo después de aquella calurosa exclamación y seguía otra vez las líneas con su dedo. Observé también que las aletas de su nariz, que era delgada y puntiaguda, tenían un singular poder de contracción y dilatación, y parecía guiñar con ellas en lugar de con los ojos, que no decían nada en absoluto.- ¿ Supongo que será usted un gran abogado?---dije después de mirarle durante un rato.- ¿ Yo, míster Copperfield?-dijo Uriah-. ¡ Oh, no! Yo soy una persona muy humilde. Pensé que no debía ser aprensión mía lo que me había he cho sentir el contacto de sus manos, pues continuamente las restregaba una con otra como para calentarlas, y las secaba furtivamente con su pañuelo.-Sé muy bien lo humilde de mi condición-dijo Uriah Heep con modestiacomparándome con los demás. Mi madre es también una persona muy humilde; vivimos en una casa modestísima, míster Copperfield; pero tenemos mucho que agradecer a Dios. El oficio de mi padre era muy modesto: era sepulturero.- ¿ Dónde está ahora?-pregunté.-Ahora está en la gloria, míster Copperfield-dijo Uriah-. Pero ¡ cuántas gracias no hemos recibido! ¿ No debo dar mil gracias a Dios por haber entrado con míster Wickfield '? Le pregunté a Uriah si estaba desde hacía mucho tiempo con él.-Estoy aquí desde hace cuatro años, míster Copperfield-dijo Uriah cerrando el libro, después de señalar cuidadosamente el sitio en que se interrumpía-. Entré aquí un año después de la muerte de mi padre. Y también qué enorme gracia debo a la bondad de míster Wickfield, que me permite estudiar gratuitamente cosas que hubieran estado por encima de los humildes recursos de mi madre y míos.-Entonces, ¿ al terminar sus estudios de Derecho se hará usted procurador?-dije.-Con la bendición de la Providencia, míster Copperfield-respondió Uriah.- ¡ Quién sabe si no llegará usted a ser un día el socio de míster Wickfield-dije yo para hacerme agradable- y entonces será Wickfield y Heep, o Heep, sucesor de Wickfield!- ¡ Oh, no, míster Copperfield!-replicó Uriah sacudiendo la cabeza- Soy demasiado humilde para eso.