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Métodos de enseñanza
formación de sistemas escolares, que culminará en el siglo xx con
los sistemas educativos nacionales, en sus distintos niveles y
especialidades. Su existencia requiere de una legión de personas
específicamente formadas para enseñar. El acto de enseñar ya no
sólo es generalizado sino también especializado. Requiere de un
ordenamiento y de un conjunto de reglas básicas.
Pero, antes de adentramos en sus "reglas" y en pensar cómo
hacer, se impone en primer lugar entender acerca de la enseñanza
misma, como fenómeno y como proceso. En este sentido, es
necesario partir por preguntamos por las características que la
definen, orientan y regulan, por los actores y factores que
intervienen y por las formas básicas que puede adoptar.
El análisis de estas cuestiones requiere de una mirada ampliada,
más allá de los límites mismos de este capítulo. En estas primeras
páginas, intentaremos un acercamiento a las mismas, como primer
planteamiento del problema, en particular desde la perspectiva de
quienes enseñan; buscaremos arrojar algunas líneas para analizar
su simultánea simpleza y complejidad.
LA ENSEÑANZA COMO ACCIÓN INTENCIONAL DE
TRANSMISIÓN CULTURAL
En las sociedades humanas, una de las formas de aprendizaje
más importantes ocurre cuando una persona o un equipo ayuda a
otros a aprender; es decir, cuando les enseñan. Un maestro enseña
a leer, a escribir, a contar; los padres corrigen a sus hijos en las
formas de hablar y relacionarse; un profesor conduce a un grupo
de alumnos para alcanzar la comprensión de un problema y
desarrollar capacidades de pensamiento; un equipo de
profesionales experimentados guía a los más jóvenes en el
aprendizaje de la profesión; una persona orienta las acciones de
otra conforme a valores éticos.
Revisando estas prácticas (y una innumerable lista de situa-
ciones), podremos observar que la enseñanza implica:
• Transmitir un conocimiento o un saber.
• Favorecer el desarrollo de una capacidad.
• Corregir y apuntalar una habilidad. _—.—.—
• Guiar una práctica.
1 la enseñanza
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En cualquiera de los casos, la enseñanza siempre responde a
intenciones, es decir, es una acción voluntaria y conscientemente
dirigida para que alguien aprenda algo que no puede aprender
solo, de modo espontáneo o por sus propios medios. Cuando una
persona aprende sola, sin que exista la intención consciente y
voluntaria de otro por enseñarle (aprender por la simple
"imitación" de un modelo adulto o repitiendo lo que hacen otros),
lo que ocurre no es ''enseñanza", sino aprendizaje social o
socialización (acoplamiento al comportamiento del grupo).
Estas intenciones son de doble vía: quien enseña desea hacerlo y
quienes aprenden desean aprender. Sin embargo, en un sentido
astricto, la intencionalidad surge de quien enseña, con una amplia
gama de recursos (muchas más de los que se supone, sin necesidad
de apelar a premios o sanciones) para que los otros puedan
aprender algo efectivamente y aun deseen hacerlo.
Pero la intencionalidad de la enseñanza no se restringe a lograr
que otros aprendan. Más allá del resultado de aprendizaje en sí,
quienes enseñan buscan transmitir un saber o una práctica
considerada culturalmente válida, socialmente justa y éticamente
valiosa. En otras palabras, enseñar es un acto de transmisión
cultural con intenciones sociales y opciones de valor.
En este sentido, Fenstermacher (1989) distingue analíticamente
la enseñanza "con éxito", con logro de resultados de aprendizaje, y
la "buena enseñanza", sustentada en valores éticos y en la validez
de aquello que se enseña. Cuando las prácticas de enseñar se
transforman en actos de rutina, no es frecuente que se analice este
otro grupo de intenciones. "Esto que enseño (y la forma en que lo
enseño), ¿es válido?, ¿ayuda a las personas en su desarrollo?, ¿es
éticamente sostenible?" La débil consideración de estas
intenciones produce, no pocas veces, una contradicción entre los
"propósitos declarativos" y las prácticas: enseñar saberes o
prácticas que ya han sido superados por el desarrollo del
conocimiento, afianzar comportamientos sociales que ya nada
tienen que ver con las prácticas en la sociedad, enseñar de manera
autoritaria, mecánica o memorística, cuando se declara que se
aspira a formar ciudadanos conscientes.