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16 Métodos de enseñanza formación de sistemas escolares, que culminará en el siglo xx con los sistemas educativos nacionales, en sus distintos niveles y especialidades. Su existencia requiere de una legión de personas específicamente formadas para enseñar. El acto de enseñar ya no sólo es generalizado sino también especializado. Requiere de un ordenamiento y de un conjunto de reglas básicas. Pero, antes de adentramos en sus "reglas" y en pensar cómo hacer, se impone en primer lugar entender acerca de la enseñanza misma, como fenómeno y como proceso. En este sentido, es necesario partir por preguntamos por las características que la definen, orientan y regulan, por los actores y factores que intervienen y por las formas básicas que puede adoptar. El análisis de estas cuestiones requiere de una mirada ampliada, más allá de los límites mismos de este capítulo. En estas primeras páginas, intentaremos un acercamiento a las mismas, como primer planteamiento del problema, en particular desde la perspectiva de quienes enseñan; buscaremos arrojar algunas líneas para analizar su simultánea simpleza y complejidad. LA ENSEÑANZA COMO ACCIÓN INTENCIONAL DE TRANSMISIÓN CULTURAL En las sociedades humanas, una de las formas de aprendizaje más importantes ocurre cuando una persona o un equipo ayuda a otros a aprender; es decir, cuando les enseñan. Un maestro enseña a leer, a escribir, a contar; los padres corrigen a sus hijos en las formas de hablar y relacionarse; un profesor conduce a un grupo de alumnos para alcanzar la comprensión de un problema y desarrollar capacidades de pensamiento; un equipo de profesionales experimentados guía a los más jóvenes en el aprendizaje de la profesión; una persona orienta las acciones de otra conforme a valores éticos. Revisando estas prácticas (y una innumerable lista de situa- ciones), podremos observar que la enseñanza implica: • Transmitir un conocimiento o un saber. • Favorecer el desarrollo de una capacidad. • Corregir y apuntalar una habilidad. _—.—.— • Guiar una práctica. 1 la enseñanza 17 En cualquiera de los casos, la enseñanza siempre responde a intenciones, es decir, es una acción voluntaria y conscientemente dirigida para que alguien aprenda algo que no puede aprender solo, de modo espontáneo o por sus propios medios. Cuando una persona aprende sola, sin que exista la intención consciente y voluntaria de otro por enseñarle (aprender por la simple "imitación" de un modelo adulto o repitiendo lo que hacen otros), lo que ocurre no es ''enseñanza", sino aprendizaje social o socialización (acoplamiento al comportamiento del grupo). Estas intenciones son de doble vía: quien enseña desea hacerlo y quienes aprenden desean aprender. Sin embargo, en un sentido astricto, la intencionalidad surge de quien enseña, con una amplia gama de recursos (muchas más de los que se supone, sin necesidad de apelar a premios o sanciones) para que los otros puedan aprender algo efectivamente y aun deseen hacerlo. Pero la intencionalidad de la enseñanza no se restringe a lograr que otros aprendan. Más allá del resultado de aprendizaje en sí, quienes enseñan buscan transmitir un saber o una práctica considerada culturalmente válida, socialmente justa y éticamente valiosa. En otras palabras, enseñar es un acto de transmisión cultural con intenciones sociales y opciones de valor. En este sentido, Fenstermacher (1989) distingue analíticamente la enseñanza "con éxito", con logro de resultados de aprendizaje, y la "buena enseñanza", sustentada en valores éticos y en la validez de aquello que se enseña. Cuando las prácticas de enseñar se transforman en actos de rutina, no es frecuente que se analice este otro grupo de intenciones. "Esto que enseño (y la forma en que lo enseño), ¿es válido?, ¿ayuda a las personas en su desarrollo?, ¿es éticamente sostenible?" La débil consideración de estas intenciones produce, no pocas veces, una contradicción entre los "propósitos declarativos" y las prácticas: enseñar saberes o prácticas que ya han sido superados por el desarrollo del conocimiento, afianzar comportamientos sociales que ya nada tienen que ver con las prácticas en la sociedad, enseñar de manera autoritaria, mecánica o memorística, cuando se declara que se aspira a formar ciudadanos conscientes.