catalogo METODOS_DE_ENSENANZA_Didactica_general_p | Page 6

10 Métodos de enseñanza concretas, con metodologías para enseñar y con herramientas para operar en distintos contextos de sus prácticas. Mientras tanto, las producciones didácticas de las últimas dé- cadas se han ido distanciando cada vez más (y por momentos con ciertos riesgos) de la sistematización de criterios básicos y metodológicos para la acción docente. Digo con ciertos riesgos, pues la enseñanza (cualquiera sea su ámbito de concreción) tiene una importancia decisiva para la formación de niños, jóvenes y adultos, con efectos personales y sociales sustantivos de largo plazo. Ninguna empresa humana asumiría este desafío de proporciones, a la espera de que la gente que la comanda o realiza cotidianamente pueda confiar exclusivamente en su intuición, inventiva o capacidad individual para la comprensión compleja. ¿Por qué no contar con orientaciones concretas? Como tendencia general, muchas de las producciones especia- lizadas sobre la enseñanza han crecido notablemente en compleji- dad y profundidad analítica. La enseñanza se ha estudiado como un fenómeno de múltiples dimensiones. De este modo, se pro- fundizaron los análisis sociológicos, los simbólicos, los etnográ- ficos, los políticos, los intersubjetivos, entre muchos otros. Tam- bién se multiplicaron los análisis desde las diversas materias de enseñanza, de distintos temas o problemas específicos. El análisis adquirió una gran peso analítico y, simultáneamente, una gran fragmentación. Como contrapartida, se fue. abandonando la naturaleza piopositiva de la intervención didáctica y su capacidad para formular criterios básicos y normas generales de acción, que ayuden a los profesores a tomar decisiones al enseñar. ¿Qué factores o qué procesos han llevado a esta situación? Analizarlos en profundidad sería pretencioso y fuera del marco de estas breves líneas. Sin embargo, algunas cuestiones pueden ser puntualizadas. En primer término, las producciones didácticas sufrieron el fuerte impacto del tecnicismo (notablemente de base conductista) diseminado en la década del 70 en todas las bibliotecas docentes. Esta concepción reducía la enseñanza a una mera cuestión de aplicación de técnicas, con baja (o nula) consideración de las realidades interpersonales, sociales, culturales y políticas. La crítica ha sido contundente y definitiva. Sin embargo, al arrojar esta concepción y Prólogo 11 sus productos al cesto de los materiales descartables, también se desechó cualquier intento de sistematización de métodos de enseñanza, visto como un resabio tecnocrático. En paralelo, se extendieron y diseminaron importantes análisis y teorías sobre la educación y la enseñanza, que llevaron a entenderlas como un acto dogmático, de poder arbitrario y de dominación social. La discusión sodopoUtica y la crítica ideoló- gica alcanzaron hegemonía. Otros enfoques acentuaron la mirada sobre la enseñanza en el complejo espacio de lo imprevisible, lo diverso, lo interpretativo o del mundo de la subjetividad. Más allá de las contribuciones del análisis socio-político o del mundo como complejidad, estas producciones han logrado otro impacto, del cual el pensamiento y la producción didáctica parecen que aún no se han recuperado suficientemente, al menos en algunos ámbitos: la abdicación de cualquier intento de formular criterios y normas de acción práctica. Otros factores extra-didácticos también han contribuido a profundizar esta situación. Ellos se muestran en la crisis de los sistemas educativos (en sus promesas y en su realidad), de las utopías modernas (progreso, conocimiento, ciencia, democracia social) y, tal vez como consecuencia, el debilitamiento del discurso y las propuestas de la pedagogía, como campo de construcción del proyecto de la educación. Sin embargo, las necesidades de la enseñanza y de los docentes permanecen, requiriendo establecer algunas certezas a la hora de enseñar, en cuanto criterios y reglas básicas de acción práctica. Al fin, son los mismos docentes los que realizan cada día la vida en las escuelas, en los centros educativos, en las aulas. Parafraseando a Stenhiouse, el desarrollo de las escuelas (y de la educación en la sociedad) descansa en el trabajo y en las prácticas de los profesores. ¿Será posible colaborar con ellos para su realización, acercando orientaciones, propuestas y desarrollos metodológicos para contribuir a fortalecerlas? En verdad, ello es posible y necesario. Las contribuciones de la didáctica, en cuanto ciencia del diseño de la enseñanza, concebida a ^an escala y en forma general, permiten establecer cuidadosamente las condiciones que favorecen el aprendizaje y la instrucción. Su sentido es, sin duda, ayudar a los profeso-