¿Y porqué menciono esta historia? Porque provengo del seno de una familia humilde en Valencia, mi abuelo trabajaba en el campo y mi abuela sobrevivía con sus cuatro hijos limpiando escaleras, pues mi abuelo tuvo que marchar del país bajo el régimen franquista. Mi padre fue el primero de la familia en estudiar y antes de él nos prosiguieron generaciones de campesinos sin tierras, trabajadores humildes. Por ello estoy tremendamente agradecido por las oportunidades que tengo, y valoro el estatus social del que puedo disfrutar hoy en día.
Además creo que la anécdota Salvador de Maradiaga refleja en gran medida algo que me ha enseñado mi familia. Pues aunque no deseo las condiciones materiales en las que mi identidad familiar se formó para nadie, la cultura del esfuerzo y el sentimiento de hermandad con el que ellos afrontaron la necesidad, deben ser heredados, comprendidos y sentidos profundamente, más aún en nuestra acomodada sociedad.
Yo en ningún momento trato de idealizar la necesidad o de identificarme con la austeridad, simplemente considero que mis antepasados, nuestra historia, define quien soy, enseñándome numerosos valores de incuantificable valía.