CANTIERE no.04 | Page 15

You are in the most beautiful art school of the world; esto le decía un profesor estadounidense a sus alumnos en el patio de la Facultad de Artes Visuales del Instituto Superior de Arte de La Habana( ISA). Los alumnos del ISA están perdíos, se pasan el día pensando en las guaguas; esto he escuchado decir a más de un colega del mundillo artístico cubano, entre los que se encuentran profesores de dicha facultad, artistas, especialistas y críticos de arte. Aunque estas dos sentencias no constituyen el motivo que me ha llevado a crear el taller Transdisciplinariedad. Arte y ciencias sociales, vale la pena traerlas a colación porque puntualizan grosso modo el contexto en el que imparto el mismo.
Sabemos que el ISA es un espacio legendario para los interesados en el arte a nivel mundial, bien por su arquitectura y el mito que la resguarda, bien porque ha sido la gran cantera del arte cubano en los últimos cuarenta años, bien porque, en el caso específico de las artes visuales, ha generado proyectos pedagógicos a cargo de artistas insignes como Flavio Garciandía, René Francisco o Lázaro Saavedra. Digamos que a esto se refiere la primera sentencia. Respecto a la segunda, pongamos que hace referencia a un tipo de mercado que se ha venido generando en el entorno del arte cubano desde hace algunos años, del cual no queda exento el ISA- léase alumnos y profesores, pues estos últimos, si bien critican a sus pupilos, también hacen de las suyas en lo que ellos mismos llaman“ candongueo”-. Pero el problema no está en si se deben o no permitir y promover tales ventas en el ISA, o si los compradores que por ahí pasan son conocedores o no de arte, o si el arte que se les vende es o no de buena calidad; el meollo de la cuestión es que todos-repito-, profesores, artistas, especialistas y críticos de arte, achacan al trasiego de los grupos de turistas culturales y a las compras que efectúan, el“ fracaso” del proyecto pedagógico del ISA hoy.
De más está decir que el ISA forma parte del contexto cubano y su actual tránsito hacia
ese momento que llamamos“ cambio”, que a veces nos provoca desasosiego y otras tantas se nos presenta indefinido. Este es un proceso del que tempranamente podemos sacar algo muy positivo: la búsqueda de fórmulas de autogestión y autosuficiencia, no sólo para seguir sobreviviendo, sino además para producir un cambio desde abajo, más allá de las decisiones y los pactos gubernamentales. Y el arte, es decir los artistas, no iban a hacer menos en lo que a generar autogestión y autosuficiencia se refiere. Y, lógicamente, los estudiantes del ISA tampoco iban a ser menos que dichos artistas. Lo que quiero decir es que, en este caso, resulta igual de válido que los grupos de turistas culturales sean recibidos por los artistas en sus estudios como por los estudiantes en sus cúpulas del ISA.
Ahora bien, lo que sí no resulta válido es visitar las clases del ISA y apreciar, de modo generalizado en sus sesiones de crítica, cierta falta de compromiso de quienes enseñan con lo que enseñan, pero sobre todo, con quienes aprenden. Lo que más atenta contra el ISA como institución académica es que los departamentos, y por ende sus profesores, no tienen un proyecto pedagógico claro, o al menos no se lo hacen ver a sus educandos. Como me ha dicho una estudiante: hay una desidia y un tono invasivo constante de los profesores hacia los alumnos. Por lo cual, la mayoría

NOTAS DE PRESENTACIÓN PARA UN TALLER IN PROGRES

POR HENRY ERIC HERNÁNDEZ

You are in the most beautiful art school of the world; esto le decía un profesor estadounidense a sus alumnos en el patio de la Facultad de Artes Visuales del Instituto Superior de Arte de La Habana( ISA). Los alumnos del ISA están perdíos, se pasan el día pensando en las guaguas; esto he escuchado decir a más de un colega del mundillo artístico cubano, entre los que se encuentran profesores de dicha facultad, artistas, especialistas y críticos de arte. Aunque estas dos sentencias no constituyen el motivo que me ha llevado a crear el taller Transdisciplinariedad. Arte y ciencias sociales, vale la pena traerlas a colación porque puntualizan grosso modo el contexto en el que imparto el mismo.

Sabemos que el ISA es un espacio legendario para los interesados en el arte a nivel mundial, bien por su arquitectura y el mito que la resguarda, bien porque ha sido la gran cantera del arte cubano en los últimos cuarenta años, bien porque, en el caso específico de las artes visuales, ha generado proyectos pedagógicos a cargo de artistas insignes como Flavio Garciandía, René Francisco o Lázaro Saavedra. Digamos que a esto se refiere la primera sentencia. Respecto a la segunda, pongamos que hace referencia a un tipo de mercado que se ha venido generando en el entorno del arte cubano desde hace algunos años, del cual no queda exento el ISA- léase alumnos y profesores, pues estos últimos, si bien critican a sus pupilos, también hacen de las suyas en lo que ellos mismos llaman“ candongueo”-. Pero el problema no está en si se deben o no permitir y promover tales ventas en el ISA, o si los compradores que por ahí pasan son conocedores o no de arte, o si el arte que se les vende es o no de buena calidad; el meollo de la cuestión es que todos-repito-, profesores, artistas, especialistas y críticos de arte, achacan al trasiego de los grupos de turistas culturales y a las compras que efectúan, el“ fracaso” del proyecto pedagógico del ISA hoy.

De más está decir que el ISA forma parte del contexto cubano y su actual tránsito hacia

Detalle de obra s / t. Intervención sobre valla en desuso / Autores: Lisbet Roldán Pérez e Isabel Cristina Gutiérrez Giménez

ese momento que llamamos“ cambio”, que a veces nos provoca desasosiego y otras tantas se nos presenta indefinido. Este es un proceso del que tempranamente podemos sacar algo muy positivo: la búsqueda de fórmulas de autogestión y autosuficiencia, no sólo para seguir sobreviviendo, sino además para producir un cambio desde abajo, más allá de las decisiones y los pactos gubernamentales. Y el arte, es decir los artistas, no iban a hacer menos en lo que a generar autogestión y autosuficiencia se refiere. Y, lógicamente, los estudiantes del ISA tampoco iban a ser menos que dichos artistas. Lo que quiero decir es que, en este caso, resulta igual de válido que los grupos de turistas culturales sean recibidos por los artistas en sus estudios como por los estudiantes en sus cúpulas del ISA.

Ahora bien, lo que sí no resulta válido es visitar las clases del ISA y apreciar, de modo generalizado en sus sesiones de crítica, cierta falta de compromiso de quienes enseñan con lo que enseñan, pero sobre todo, con quienes aprenden. Lo que más atenta contra el ISA como institución académica es que los departamentos, y por ende sus profesores, no tienen un proyecto pedagógico claro, o al menos no se lo hacen ver a sus educandos. Como me ha dicho una estudiante: hay una desidia y un tono invasivo constante de los profesores hacia los alumnos. Por lo cual, la mayoría

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