Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 161

Rick durmió en su auto durante dos meses, viviendo con un total de sesenta dólares. La mayoría de los días comía galletitas untadas con manteca de maní. Algunos días ni siquiera comía. Tenía pocos recursos, pero estaba empeñado en concretar su sueño. Su siguiente paso fue hacer una lista de los principales educadores y líderes en asesoramiento y psicología de todo el país. Empezó a visitar a cada uno para pedirles su apoyo y su consejo. Si bien el enfoque los impresionaba (eso de preguntar directamente a los estudiantes qué querían aprender), la ayuda que le brindaron fue escasa. “Eres muy joven. Vuelve a la universidad. Recíbete. Haz un estudio de posgrado y después continúa con esto.” Fueron menos que alentadores. No obstante, Rick persistió. Para cuando cumplió los veinte, había vendido el auto, la ropa, les había pedido dinero prestado a sus amigos y tenía una deuda de treinta y dos mil dólares. Alguien le sugirió que se dirigiera a una fundación y pidiera dinero. Su primera cita, en una fundación local, resultó una enorme decepción. Al entrar en la oficina, Rick temblaba de miedo. El vicepresidente era un hombre grandote, de pelo oscuro, con una cara severa y fría. Durante media hora estuvo sentado sin abrir la boca mientras Rick volcaba su corazón hablando de su madre, de los dos mil chicos y sus proyectos de una