Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 16
tenido muchas experiencias que me convencieron de
que podía recibir alguna señal “del otro lado”.
Mi padre y yo estábamos ligados tan profundamente
que, en el momento de su muerte, sentí su infarto en
mi pecho. Después lamenté que el hospital, con su
estéril sabiduría, no me hubiera dejado sostener su
mano al irse.
Día tras día rezaba para saber algo de él, pero no
pasaba nada. Noche tras noche, pedía tener un sueño
antes de dormirme. Y no obstante, pasaron cuatro
largos meses y lo único que sentía era el dolor de su
pérdida. Mamá había muerto cinco años antes del mal
de Alzheimer y, si bien yo ya tenía hijas a mi vez, me
sentía como un niño perdido.
Un día, mientras estaba tendido en una mesa de
masajes, en un cuarto tranquilo y oscuro esperando mi
turno, me invadió una ola de nostalgia por mi padre.
Empecé a preguntarme si no había sido demasiado
exigente al pedir una señal de él. Noté que mi mente se
hallaba en un estado de hiperagudeza. Sentí una
claridad desconocida en la que podría haber agregado
largas columnas de figuras en mi mente. Me cercioré
de no estar soñando y me di cuenta de que me hallaba
lo más lejos posible de un estado de somnolencia.
Cada pensamiento era como una gota de agua que caía
en una fuente tranquila, y me maravilló la paz de cada
momento que pasaba. Entonces pensé: “He estado