Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 139
“Amigos, estamos aquí reunidos para honrar la
memoria de “No puedo”. Mientras estuvo con nosotros
en la tierra, afectó la vida de todos, de algunos más que
de otros. Desgraciadamente, su nombre ha sido
pronunciado en todos los edificios públicos, escuelas,
municipalidades, congresos y sí, hasta en la Casa
Blanca.
“Acabamos de darle una morada definitiva a “No
puedo” y una lápida que contiene su epitafio. Lo
sobreviven sus hermanos, “Puedo”, “Quiero” y “Lo
haré ya mismo”. No son tan conocidos como su famoso
pariente e indudablemente todavía no resultan tan
fuertes y poderosos. Tal vez algún día, con su ayuda,
tengan una incidencia mayor en el mundo.
“Roguemos que “No puedo” descanse en paz y que;
en su ausencia, todos los presentes puedan hacerse
cargo de sus vidas y avanzar. Amén.”
Al oír la oración, me di cuenta de que esos alumnos
nunca olvidarían ese día. La actividad era simbólica,
una metáfora de la vida. Era una experiencia del lado
derecho del cerebro que quedaría adherida a la mente
inconsciente y consciente para siempre.
Escribir los “No puedo”, enterrarlos y escuchar la
oración. Era un esfuerzo muy grande por parte de esta
maestra. Y todavía no había terminado. Al término del
panegírico, llevó a los alumnos nuevamente a la clase e
hicieron un festejo.