Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 119

la clase sonreía. “¿De veras?, oí murmurar. “¡Nunca pensé que los demás me tenían en cuenta!” “¡No sabía que me querían tanto!” Nadie de la clase volvió a mencionar esos papeles. Nunca supe si los chicos habían hablado del asunto entre ellos o con sus padres, pero no importaba. El ejercicio había logrado su propósito. Los alumnos estaban otra vez contentos consigo mismos y con los demás. Ese grupo de estudiantes avanzó. Varios años más tarde, a la vuelta de unas vacaciones, mis padres me esperaban en el aeropuerto. Cuando íbamos camino a casa, mamá me hizo las preguntas habituales sobre el viaje: qué tal el tiempo, mis experiencias en general. Se hizo un silencio en la conversación. -¿Papá? –dijo mamá mirando a mi padre de reojo. Mi padre se aclaró la garganta. -Los Eklund llamaron anoche –empezó. -¿De veras? –dije-. Hace varios años que no sé nada de ellos. Me pregunto cómo estará Mark. -Mark acaba de morir en Vietnam –respondió despacio papá-. El funeral es mañana y a los padres les gustaría que tú fueras. –Hasta hoy, puedo señalar el lugar exacto en que estábamos en ese momento. Nunca había visto a un soldado en un ataúd militar. Mark estaba tan apuesto, parecía tan maduro. Lo único que se me ocurrió pensar en ese momento fue: “Mark,