CANDÁS EN LA MEMORIA numero 2 Octubre 2018 CANDÁS EN LA MEMORIA revista numero 2 Octubre 2018 | Page 26
DEVALANDO POR LA VIDA
Recorría las calles del pueblo, navegandolo de babor a estribor con su triste voz, envuelta en vino y
arropada por el desamor. Revestía su espiritu en arrabales de Gardel, y se atrincheraba en la esquina
de la barra de la Cueva vieja. Tomaba posesión de la melancolía y la hacía suya; se moría con adiós
muchachos, despedía la vida brindando con la parroquia, y renacía con el rey, henchido el pecho de
mar y vino. Cantaba por no llorar su vida, y lloraba la mar cantando.Por unos ojos negros que amán-
dolo se fueron con otro; y el, se quedó entre la mar y la media, entre Machin y los Panchos, entre la
Habana y Corrientes. Decía, que ni la mar lo quería, porque se la jugaba en lances con ella, y a la pla-
ya lo escupía. Cuando esto ocurría, sin una perra el bolso, por compartir alegría, aireaba su soledad
entre la almena y la pica; más cuando al cielo miraba, de soslayo pedía... Echame una mano compadre
y llévame de romeria; fondiame con mi padre pa descansar de la vida
ca
Escrito por Cuco Fernández
Cuadros de la izquierda de Santarúa y de Nicanor Piñole
DE CÓMO ERAN LOS MARINEROS DE CANDAS EN LOS AÑOS DUROS DESPUES DE LA
GUERRA.
Candás era un pueblo de una sola familia, to-
dos vivíamos muy unidos, yo conocía a todo el
mundo, sabía donde vivía, conocía a los gatos
y perros, sabía de quien eran, todos teníamos
apodos de familia. Los Macanas, los Panos, los
Pininos, los Nin, los Sarrianos, los Tambori-
nes, los Fañecas, los Ñudros, los Juanon, los de
la Rizosa y así sucesivamente, por eso era muy
natural encontrarte con un vieyo y con tu curio-
sidad le hicieses alguna pregunta a algo que te
llamase la atención. Yo estaba un día encima del
muelle Tierra y vi. en la mar el Arco Iris y había
buen tiempo, le pregunté a un viejo que podía
ser Yayo, que como era aquello del Arco Iris con
güen tiempo y el me dijo: Ven paca neno: “Arco
Iris con güen tiempo, señal seguro de viento”. Yo
lo guardo como recuerdo.
Por Laureano Fernández
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