CANDÁS EN LA MEMORIA numero 2 Octubre 2018 CANDÁS EN LA MEMORIA revista numero 2 Octubre 2018 | Page 25
Es principio de otoño y el silencio lo acapara todo, un
silencio perenne sólo alterado por el batir de una toalla
playera olvidada en un tendal de fachada, que con su
balanceo en la brisa mañanera parece alardear de que
las viviendas escalonadas de La Cuesta se hubieran
convertido en segundo hogar para veraneantes mucho
tiempo atrás.
Retoma las escaleras. Ahora para bajarlas envuelto en
ese halo de amargura que toda su vida quiso arrin-
conar. Se sabe perdedor. No por no encontrar lo que
había ido a buscar pues la posibilidad era remota, sino
por hacerse manifiesto, una vez más, ese reproche
interno, esa recriminación por la carencia casi absoluta
de recuerdos emotivos, por el olvido de sus vivencias,
por la fragilidad de su cabeza para conservarlos, quizá
secuela de alguna de aquellas barreras anímicas pro-
tectoras contra el dolor de una perdida infantil nunca
superada.
Se filtran entre las nubes unos cálidos rayos de sol que
le azuzan un poquito el entusiasmo. A punto de dejar
atrás el último escalón le llegan lo que cree son mur-
mullos tenues, cuchicheos etéreos casi, casi, inaudibles
que provienen como tamizados a través del tiempo de
la parte de arriba. Le sobreviene al momento el aroma
a salmuera.
Y simultáneo el maullido de gatos en espera de co-
mida. Y el palique de las mujeres en las galerías de
las casas. Sirenas de bodegas. Olor a baquías curán-
dose al aire libre. Cree distinguir la voz de su güela
que le requiere para el tazón de leche olvidado, y la
de su madre que rebosa de cariño en cada palabra
que le dirige, y las de sus tíos, y su güelo. Por un
instante le suena toda la algarabía del barrio.
Gira presto la cabeza y mira arriba emocionado
como si un milagro estuviera sucediendo, pero rau-
do asume que todo es una ilusión. Posa su mirada
en el contorno de los balcones que allá en lo alto
se muestran inanimados, carentes de presencia.
Y siente cómo el silencio, despiadado y sepulcral,
desciende y lo envuelve. Sólo el silencio.
Texto y fotografias José Carlos Álvarez
Se filtran entre las nubes unos cálidos rayos de sol que
le azuzan un poquito el entusiasmo. A punto de dejar
atrás el último escalón le llegan lo que cree son mur-
mullos tenues, cuchicheos etéreos casi, casi, inaudibles
que provienen como tamizados a través del tiempo de
la parte de arriba. Le sobreviene al momento el aroma
a salmuera.
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