literatura fantástica
Juego de tronos
muchos años de uso frecuente , pero Will no habría apostado nada por la vida del joven señor si Gared llegaba a esgrimirla . — Nada de hogueras — murmuró Gared entre dientes bajando la vista . Royce lo consideró un acatamiento y se dio media vuelta . — Guíame — dijo a Will . Will se abrió camino por un bosquecillo y ascendió por la ladera hasta el pequeño risco donde podía ocupar una posición ventajosa junto al árbol centinela . Bajo la capa fina de nieve , el terreno estaba húmedo y fangoso , resbaladizo , plagado de piedras y raíces ocultas con las que cualquiera podía tropezar . Will no hacía el menor ruido al avanzar . A su espalda , oía el suave tintineo de la cota de malla del joven señor , el crujir de las hojas y maldiciones entre dientes cada vez que la espada se le enredaba con las ramas y se le enganchaba la espléndida capa de marta .
El enorme centinela estaba justo en la cima del risco , donde Will recordaba , las ramas más bajas a menos de medio metro del suelo . Will se tendió de bruces sobre la nieve y el lodo , y se deslizó bajo ellas para espiar el claro desierto de abajo .
El corazón le dio un vuelco . Durante un instante no se atrevió ni a respirar . La luz de la luna iluminaba el claro , las cenizas de la hoguera , la tienda cubierta de nieve , la gran roca y el arroyuelo casi congelado . Todo estaba igual que unas horas antes . Habían desaparecido . Todos los cadáveres habían desaparecido . —¡ Dioses ! — oyó a su espalda . Ser Waymar Royce acababa de cortar una rama con la espada . Se encontraba junto al centinela , con el arma todavía empuñada y la capa ondeando al viento ; las estrellas iluminaban el noble perfil que cualquiera podía ver . —¡ Agachaos ! -susurró Will , apremiante —. Algo va mal . Royce no se movió . Contempló el claro desierto al pie del risco , y dejó escapar una carcajada . — Por lo visto tus cadáveres han levantado el campamento . Will se había quedado mudo . Las palabras no le venían a la mente . Aquello era imposible . Recorrió una y otra vez el campamento con la mirada . Un hacha de combate enorme , de doble filo , seguía tirada donde la había visto la vez anterior . Un arma de gran valor ...
— Ponte de pie , Will — ordenó Ser Waymar —. Ahí no hay nadie . No te quiero ver escondiéndote bajo un arbusto . — Will obedeció de mala gana . Ser Waymar lo miró con desaprobación —. No pienso fracasar en mi primera expedición y ser el hazmerreír del Castillo Negro . Encontraremos a esos hombres cueste lo que cueste . — Miró a su alrededor —. Sube a ese árbol . Venga , deprisa . A ver si divisas una hoguera .
Will se dio media vuelta sin decir nada . Era inútil discutir . El viento soplaba y se le clavaba en los huesos . Llegó junto al árbol , el centinela gris verdoso , y empezó a trepar . Ya tenía las manos pegajosas de savia antes de desaparecer entre las agujas . El miedo le atenazaba las entrañas como una comida mal digerida . Susurró una plegaria a los dioses sin nombre del bosque y sacó una daga de la vaina . Se la puso entre los dientes para seguir trepando con las dos manos . El sabor del hierro frío le proporcionó cierto consuelo . De pronto , oyó la voz del joven señor al pie del árbol . —¿ Quién anda ahí ? Will detectó cierta inseguridad pese al tono desafiante . Se detuvo . Escuchó . Miró . Los bosques le dieron la respuesta : el rumor de las hojas , el gélido discurrir del arroyo , el ulular lejano de un búho de las nieves ... Los Otros no hacían ruido .
Will divisó un movimiento por el rabillo del ojo . Unas sombras claras se deslizaban entre los árboles . Giró la cabeza y vio otra sombra blanca en la oscuridad . Desapareció al instante . El viento agitaba suavemente las ramas y hacía que se arañaran unas a otras con dedos de madera . Will tomó aliento para lanzar un grito de advertencia , pero las palabras se le congelaron en la garganta . Quizá estuviera equivocado . Quizá había sido sólo un pájaro , un reflejo sobre la nieve , un espejismo de la luz de la luna . Al fin y al cabo , ¿ qué había visto ?
—¿ Dónde estás , Will ? — preguntó Ser Waymar desde abajo —. ¿ Ves algo ? — Caminaba con cautela , de pronto alerta , espada en mano . Él también debía de haber advertido su presencia , aun sin verlos —. ¡ Responde ! ¿ Por qué hace tanto frío ? — añadió .
Era cierto , hacía mucho frío . Will , tiritando , se aferró todavía con más fuerza a la rama . Apretó la cara contra el tronco del centinela . Notó la savia dulce y pegajosa en la mejilla .
Una sombra surgió de la oscuridad del bosque . Se alzó ante Royce . Era alta , tan dura y flaca como los huesos viejos , con carne pálida como la leche . Su armadura parecía cambiar de color cada vez que se movía ; en un momento dado era blanca como la nieve recién caída , al siguiente negra como
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