literatura fantástica Juego de tronos
— Espero que hayáis tenido un buen viaje , Alteza . — Pantanos , bosques , campos y ni una posada decente al norte del Cuello — dijo Robert con un bufido —. En la vida había visto nada tan desierto . ¿ Dónde vive toda tu gente ? — Puede que sean demasiado tímidos para salir — bromeó Ned . Ya notaba el frío que subía de la cripta , un aliento gélido procedente del centro de la tierra —. No se ven muchos reyes en el norte . — En cambio sí se ven muchas nevadas de finales de verano . ¡ Nieve , Ned ! ¡ Nada menos que nieve ! — Tuvo que apoyarse contra la pared para mantener el equilibrio en la bajada . — Sí , aquí son frecuentes — dijo Ned —. Espero que no os molestaran . Por lo general son nevadas ligeras . — Los Otros se lleven tus nevadas ligeras — maldijo Robert —. ¿ Cómo será este lugar en invierno ? No quiero ni pensarlo . — Los inviernos son duros — admitió Ned —. Pero los Stark lo soportaremos , como siempre hemos hecho .
— Tienes que venir al sur — le dijo Robert —. Tienes que probar el verano antes de que se acabe . En Altojardín hay campos enteros de rosas doradas que se extienden hasta donde alcanza la vista . Las frutas están tan maduras que te estallan en la boca . Hay melones , melocotones y ciruelas de fuego más dulces que nada que hayas probado . Ya verás , te he traído unas pocas . Hasta en Bastión de Tormentas , con ese viento que sopla de la bahía , durante el día hace tanto calor que no dan ganas ni de moverse . ¡ Y no te imaginas cómo están las ciudades , Ned ! Hay flores por todas partes , los mercados están a rebosar de comida , los vinos veraniegos son tan baratos y tan buenos que te puedes emborrachar sólo con respirar cerca de ellos . Todos los ciudadanos están gordos , borrachos , y se han hecho ricos . — Se echó a reír y se palmeó el estómago prominente —. ¡ Y las mujeres , Ned ! — exclamó , con los ojos chispeantes —. Te juro que parece que , con el calor , las mujeres se olvidan del recato . Nadan desnudas en el río , justo ante los muros del castillo . En las calles hace demasiado calor para la ropa de lana o piel , así que van por ahí con esos vestiditos cortos , de seda si tienen dinero y de algodón si no , pero qué más da , en cuanto empiezan a sudar el tejido se les pega a la piel y es como si fueran desnudas . — El rey se rió con ganas .
Robert Baratheon siempre había sido hombre de apetitos voraces , poco dado a negarse ningún placer . En aquello no había cambiado nada . Pero Ned advirtió que esos placeres se estaban cobrando su precio . Cuando llegaron al pie de las escaleras Robert jadeaba , y se le veía el rostro congestionado a la luz de la lámpara mientras se adentraban en la oscuridad de la cripta . — Alteza — dijo Ned con respeto . Movió la lámpara en un semicírculo amplio . Las sombras se agitaron en torno a ellos . La luz temblorosa tocó las piedras del suelo , y fue acariciando una larga procesión de columnas de granito que se alejaban a pares en la oscuridad . Entre las columnas estaban los muertos , sentados en tronos de piedra contra las paredes , la espalda apoyada en los sepulcros que contenían sus restos mortales . — Ella está al final , con mi padre y con Brandon . Abrió la marcha entre las columnas , y Robert lo siguió sin decir palabra , tiritando en aquel frío subterráneo . Allí jamás hacía calor . Las pisadas de los dos hombres resonaban sobre las piedras y despertaban ecos en la bóveda del techo mientras caminaban entre los muertos de la Casa Stark . Los señores de Invernalia contemplaban su paso . Sus efigies estaban talladas en las piedras que sellaban las tumbas , sentadas en largas hileras , con los ojos ciegos fijos en la oscuridad eterna y con grandes lobos huargo de piedra tendidos a sus pies . Las sombras trémulas hacían que las figuras de piedra parecieran agitarse cuando los vivos pasaban ante ellas .
Según la antigua costumbre , todos los que habían sido señores de Invernalia tenían una espada larga cruzada sobre el regazo para mantener a los espíritus vengativos en sus criptas . Las más viejas se habían ido oxidando hasta reducirse a polvo hacía ya mucho tiempo , y sólo quedaban unas manchas rojas allí donde el metal había descansado sobre la piedra . Ned se preguntó si aquello implicaba que esos fantasmas vagaban ahora libremente por el castillo . Esperaba que no . Los primeros señores de Invernalia habían sido hombres tan duros como la tierra sobre la que gobernaban . En los siglos previos a que los Señores Dragón llegaran por mar nunca habían jurado alianza a hombre alguno , y se hacían llamar los Reyes en el Norte .
Por fin , Ned se detuvo y alzó la lámpara de aceite . La cripta se prolongaba ante ellos en la oscuridad , pero más allá de aquel punto las tumbas estaban vacías y abiertas ; eran agujeros negros a la espera de sus muertos , lo esperaban a él y a sus hijos . A Ned no le gustaba pensar sobre el tema . — Es aquí — dijo al rey . Robert asintió en silencio , se arrodilló e inclinó la cabeza .
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