canciones de hielo y fuego Cancion de hielo y fuego 1 | Page 23
literatura fantástica
Juego de tronos
La trenza de Drogo era negra como la noche, estaba impregnada de aceites aromáticos y
adornada con multitud de campanillas que tintineaban suavemente cada vez que se movía. Le colgaba
por debajo de la cintura, más abajo incluso de las nalgas, y la punta le rozaba la parte trasera de los
muslos.
—¿Ves lo larga que la lleva? —continuó Viserys—. Cuando un dothraki cae derrotado en
combate, le cortan la trenza para que todo el mundo sepa que ha sido avergonzado. Khal Drogo nunca
ha perdido una batalla. Es la reencarnación de Aegon Lordragón, y tú vas a ser su reina.
Dany contempló a Khal Drogo. Tenía el rostro severo y cruel, con ojos tan fríos y oscuros
como el ónice. Su hermano la golpeaba a veces, cuando ella despertaba al dragón, pero no le daba
miedo de la misma manera que aquel hombre.
—No quiero ser su reina —se oyó decir con voz frágil, queda—. Por favor, Viserys, por favor,
no quiero. Quiero irme a casa.
—¿A casa? —No levantó la voz, pero la ira reverberaba en ella—. ¿Cómo vamos a volver a
casa, hermanita? ¡Nos quitaron nuestra casa! —La arrastró hacia las sombras, fuera de la vista de los
demás; hundía los dedos en la piel de la niña—. ¿Cómo vamos a volver a casa? —repitió, pensando en
Desembarco del Rey y en Rocadragón, y en todo el reino que habían perdido.
Dany se refería sólo a sus habitaciones en la hacienda de Illyrio, que sin duda no eran su
verdadero hogar, pero no tenían otra cosa. Su hermano ni siquiera pensaba en aquello. Allí no tenía
nada parecido a un hogar. Ni la casa grande de la puerta roja había sido un hogar para él. La aferró con
más fuerza todavía, exigiendo una respuesta.
—No lo sé... —dijo al final Dany con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas.
—Yo sí —dijo él con voz cortante—. Vamos a volver a casa con un ejército, hermanita.
Vamos a volver con el ejército de Khal Drogo. Y si para eso tienes que casarte y acostarte con él, lo
harás. —Sonrió—. Si hiciera falta dejaría que te follara todo su khalasar, hermanita, los cuarenta mil
hombres uno tras otro, y también sus caballos si con eso consiguiera mi ejército. Da las gracias de que
sea sólo Drogo. Con el tiempo hasta puede que te guste. Venga, sécate los ojos. Illyrio lo trae hacia
aquí, y no quiero que te vea llorar.
Dany se giró y vio que era verdad. El magíster Illyrio, todo sonrisas y reverencias,
acompañaba a Khal Drogo hacia ellos. Se secó con el dorso de la mano las lágrimas que no había
llegado a derramar.
—Sonríe —susurró Viserys, nervioso, con la mano otra vez en la empuñadura de la espada—.
Y haz el favor de erguirte. Que vea que tienes tetas. Ya andas bastante escasa aunque te pongas
derecha.
Daenerys sonrió y se irguió.
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